hambre

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Había pasado una semana desde aquel incidente. el chico estaba atormentado por lo ocurrido. Sentía el peso de la culpa por la muerte de tres personas, un fardo que lo consumía, pero algo más le inquietaba profundamente.

"No importa cuánto coma, no es suficiente", reflexionaba, luchando contra un hambre voraz que no se aplacaba. Sabía que no podía permitirse tocar a nadie, pero el desesperado anhelo de saciar su apetito lo atormentaba.

Decidido a afrontar su nueva realidad, salió de su casa con la determinación de evitar cualquier contacto físico. En el camino hacia la tienda donde descubrió sus poderes, presenció un robo. A pesar de su resolución, su instinto de ayudar y la certeza de poder hacer algo lo llevaron a intervenir. Embistió al ladrón, permitiendo que la víctima escapara, pero en el enfrentamiento, al tocar al delincuente, algo terrible sucedió de nuevo.

El ladrón convulsionó y falleció instantáneamente, mientras que el chico solo sangró por la nariz y los ojos. Aunque aturdido, pudo presenciar la vida del ladrón como si fuera una película en un abrir y cerrar de ojos. Alarmado por la repetición de los acontecimientos, corrió a refugiarse en su casa.

Allí, notó algo diferente. Ya no sentía ese hambre insaciable, pero se enfrentaba a una nueva realidad. La comida común ya no lo satisfacía. La conciencia de la criatura en la que se había convertido lo golpeaba con fuerza.

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