7. El secuestro de Padme y la sonrisa de Poe

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Al llegar al jardín trasero, nos bloqueamos al ver cómo una Padme dormida es obligada a subirse a un coche sin matrícula, el hombre que la carga en brazos tiene la cara llena de cicatrices y la boca cosida. ¿Acaso era un noveno o un andrógino por su belleza si no las tuviera? Era musculoso, pero no tanto como un dios griego, lo que le daba ventaja.

Damián parece ido así que me adelanto a él, pero me detiene colocándome una mano en la boca.

—Son los hombres de Dorian —susurra en mi cuello tras ocultarnos detrás del contenedor de un basura de papel y cartón.

Forcejeo un poco con él. Es más fuerte. «¿Se deberá a degollar tantos conejos inocentes?», cuestiono sintiendo su cuerpo. Al mismo tiempo, recuerdo que lleva un cuchillo en el bolsillo. ¿Acaso no le daba miedo que se le cayera en el pie?

Cuando se van me suelta y le muerdo la mano. Damián se lame la pequeña herida sin quejarse y con una sonrisa de lado a lado. Su cabeza miraba hacia abajo, hacia sus manos. ¡Genial! ¡Lo que faltaba! ¿¡Le ha gustado!? Si pensaba que aún no podía descolocarme más, estaba totalmente equivocadx.

***

Ha caído la noche y Poe aún no ha vuelto. Sin embargo, creo haberlo escuchado gritar por teléfono cuando hablaron unos minutos después tras el suceso.
Me encuentro en la habitación del rubio, no sé porqué, pero tiene un balde enterito de perfume de marcas como Chanel o Valentino. ¡Con razón huele que hipnotiza! Una caja plateada llama mi atención. La cojo entre mis manos y me siento al borde de su cama de sábanas blancas rosáceas de seda. Todo lo opuesto a Damián.

—Espiando, pequeño ratoncillo —su voz hace que  pegue un diminuto brinco hacia arriba. Sus manos toman la caja para guardarla en su rincón antes de que su contenido se desmarrame por el suelo.

—No sabía... —No sé qué decir. Debo de tener un letrero en la frente que ponga «CULPABLE» en colores neón.

—He cogido el jet, me moría por volver —me guiña el ojo.

Damián nos llama desde el piso de abajo como si estuviéramos en pleno campo y el fuese nuestro ganadero. Al llegar abajo, nos sorprendemos cuando Carla y Sally aparecen con una nota entre sus manos chorreando sangre y se la entregan como si nada a Poe.
Espera un momento, ¿Carla no había muerto? Me alegro de verla, pero eso significa que puede ser una presa.

El papel escrito con sangre decía lo siguiente:

«Novenos de Asfil, estáis sumamente invitados a la Cacería de este año, corrijo de esta noche. ¡Traed a vuestras presas y feliz caza!

Firmado,
Dorian Donovan»

—No pienso ir —informa el rubio tras limpiarse las manos con un pañuelo de tela blanca. Las dos mujeres se han retirado.

—Iremos los tres —medio ordena Damián. No me está incluyendo, ¿verdad?

—Necesitará una presa. —Genial, sí que se referían a mí también.

El pelinegro asiente y sale de la casa. Verne me coge de la mano y me hace seguirlo hacia su jardín. Es bastante grande: tiene una piscina olímpica en forma de corazón con un jacuzzi con forma de cuchillo atravesándolo. ¿A alguien le extraña a estas alturas?
Una suave brisa pasajera le revuelve el pelo, dándole un toque relajado. Un suspiro seductor se escapa de mi garganta. Mierda.

—Cuando nacen los Novenos hay varias tradiciones que se pueden celebrar y que no te contaré ahora, sin embargo, cuando crecemos cada uno forja la suya antes del 9 de septiembre. —Coge un MP3 de detrás de un macetero y me extiende uno de los auriculares. Yo lo acepto—. La de Damián es cazar, la de los otros intrigantes del grupo era salir de fiesta dos días antes y la mía es escuchar música.

Nos acurrucamos en una tumbona con nuestros pies tocándose por medio de los zapatos, los míos deportivos y los suyos salones a juego con su traje azul cielo. La música es agradable por el tono angelical de la mujer que la canta. No sé qué género es con exactitud, aunque creo que es pop con algo de jazz.
Él me observa cuando los últimos acordes están por terminar. Sonríe mientras entrelaza su mano con la mía.

***

—¡No puedo creer que hayas ido a por presas! —le grito a Damián cuando trae a dos hombres jóvenes completamente dormidos.

—Y yo no puedo creer que no hubiesen mujeres disponibles —reprocha Poe.

—No hago milagros con menos de doce horas. —El muy engreído se sentía orgulloso del asunto.

—Está bien, vayámonos antes de que se despierten. —El rubio coge las llaves de uno de sus tantos coches. Escoge un familiar negro con cristales tintados bastante discreto para lo que es él.

La casa que nos encontramos al llegar daba más miedo que una película de terror de noche. Todas las paredes son rojas con con enormes cristaleras góticas. Un muro cubre todo el reciento. Un andrógino más atractivo que un modelo de bañadores o ropa interior nos guía hasta la parte de atrás. Un laberinto amueblado con farolillos y una niebla espesa que sale de unos cañones lo cubre casi por completo. Al lado derecho hay unas estanterías plagadas con armas de todos los tipos posibles e imaginables junto a un tambor hindú más grande que una jirafa.

—Por aquí, señores, nuestro señor se encuentra dentro.

Es cierto. El que debía de ser Dorian Donovan se encuentra subido a una tribuna dando la bienvenida. Un escalofrío me cruza la médula cuando sus ojos se posan en mí. Una sonrisa ilumina sus ojos negros sin vida. Su piel es casi tan clara como la nieve. Tiene sangre en los puños de la camisa y en el cuello. Damián y Poe me cubren al percatarse.



















¡Hola! Perdón por no actualizar antes estoy con los exámenes del primer semestre de la universidad. Gracias por seguir aquí 🫂, comparte y vota si te gusta y déjame saber tus teorías, laa leeré con mucho gusto ❤️.

DAMIÁN & TÚ 💕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora