5. Corrida salvaje

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Todo lo de la noche anterior lo tengo borroso por la resaca, y prefiero que siga así. No quiero saber qué ha pasado. «¿Qué lleva esa poción del Diablo?», pienso al sobarme la sien, mientras que el mismísimo Poe Verne me sirve un perfecto gofre de chocolate con una taza, que seguro que es más clara que el agua, de café espumoso recién hecho.
Tras limpiar un poco lo ensuciado, se coloca frente a mí con un plato idéntico al mío con el añadido de la nata y seis fresas. ¿Le cabía en su estómago todo aquello? Su delgadez me sorprende para no hacer nada de ejercicio físico, cierto, la caza...

—¿Dormiste bien? —pregunta, mojando un trozo de gofre en la nata. Un mechón rubio se le escapa del peinado engominado. Su café transmite frío a la cercanía.

—Creo que sí —respondo copiando su movimiento.

Minutos después me informa que lo iba a ayudar a cazar a su presa para la Cacería de dentro de dos días. Obviamente me negué pero entonces él se quitó la camisa y perdí la noción del tiempo cuando repitió lo que íbamos a hacer esta tarde. Por culpa de ese gesto, acabo aceptando cazar para él y creo que le he prometido mancharme las manos porque Poe se rie y me dice que no hace falta llegar a tanto.

***

Son las tres de la tarde y vamos vestidos con ropa de camuflaje. Esta vez el rubio lleva un jersey de cuello alto y desconozco si se ha echado colonia para cazarme a mí o para atraer a la persona que asesinará a sangre fría.

—Esa es —señala la biblioteca. Una chica más joven que él, de al menos catorce o quince años, pude ver a Damián seguirla. Poe parecía no verlo. Ella era alta y rubia, vestía un vestido corto rojo de encaje, medias de rejilla y converse a juego. Un total look rojo.

—Damián la sigue —le informo de forma automática.

Poe se pone en pie y deja atrás la mesa de la cafetería.

—Lo sé —dice más feliz que una motosierra, caminando en la dirección de ambos.

—¿No se supone que no os quitáis a las presas? —pregunto corriendo tras él.

—Tú lo has dicho, monada—responde frenando el paso.

Intercepta a Damián y lo mete en un callejón. La chica se va sin darse cuenta de la pelea de estos dos. Normal, cuando lleva los cascos puestos. Ambos idiotas se saludan entre insultos, gritos y golpes. Nadie nos observa a pesar de estar en una calle llena de personas.

—¿ESTÁS LOCO? ¡PODRÍAS HABERLA PUESTO EN PELIGRO, POE!

Me acabo de perder en esta telenovela y no tengo palomitas.

—Es como nosotros.

—No soy como ustedes. —Ambos me observaban. Damián le suelta el cuello del jersey a Poe, éste no tiene ni un moretón pero sí el labio partido.

El pelinegro me coge en brazos y camina casi corriendo al lado del rubio. ¿¡Quién cojones se cree!?

Al llegar a una casa con la fachada blanca entran y Damián sube las escaleras, sin dejarme sobre el suelo, hasta llegar a una habitación completamente oscura y con las ventanas corridas de igual color.

—A esta pocilga le falta luz —dice echando hacia un lado las cortinas y sentándose sobre la cama, Damián me sienta a su lado.

Ya sé dónde estamos: ¡es la casa del pelinegro noveno! Ahora sí que me han hecho del club, genial...

Bufo de forma automática y Damián comienza a hablar sentándose frente a mí. Su mirada es triste, sus ojeras son más lilas de lo normal y no es obra de ningún golpe porque ha esquivado de maravilla los remates del espectacular Poe Verne. ¿De verdad he dicho eso? ¿Quée está pasando? Cuando lleguemos a casa le tiro los botes de colonia que encuentre y me da igual que me eche de su habitación.

—Eres unx de nosotros. Llevo espiándote desde que me enteré que ibas a venir aquí. —Es un asesino serial, no me extraña nada—. Naciste el nueve de septiembre, justo dentro de dos días, el mismo año que nosotros.

Me extiende una carpeta, que no tardo en abrir.

»Sé que no nos vas a creer porque no te has criado como nosotros, pero piensa en todo aquello que no has podido hacer...

Eso me toca la fibra sensible provocando que recuerde que no me dejaban salir, que mis padres siempre me miraban con miedo el día de mi supuesto cumpleaños... Ahí caí.

»No llores, también nos prohibieron muchas cosas...

—Damián, frena —interrumpe Poe consolandome. Mis mejillas están húmedas, no he podido controlarme. Todo esto es nuevo y es mucho. Sin embargo, ahora tiene sentido que nos hayamos mudado aquí.

«Dentro de poco es mi dieciocho cumpleaños», pienso levantándome junto con un hilo de pensamientos similares taladrandome la cabeza. Mis pies huyen de ellos dos.

—Yo me encargo —escucho decir, pero no puede reconocer cuál de esos dos hombres ha sido.












Perdón por la tardanza. Estoy en temporada de exámenes y no he podido actualizar como tenía previsto hacer hace dos semanas. ¡Pero aquí está! Cuéntame, ¿qué te va pareciendo? Tienes ya una parte favorita?

DAMIÁN & TÚ 💕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora