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—¡Creo que olvidé mi billetera en el auto, vuelvo enseguida chicos! —exclamó Jimin, con las mejillas sonrojadas por el alcohol, antes de salir corriendo.

—Ese chico sí que no sabe tomar —comentó Seokjin entre risas, mientras tomaba otro sorbo de su vaso lleno de alcohol.

Estábamos en un restaurante después del trabajo cuando escuché unos sonidos metálicos en mi bolsillo. Rebusqué y saqué las llaves del auto de Jimin.

—Este tonto, Jimin olvidó que me dio las llaves de su auto. Iré a llevárselas, ahora vuelvo.

—Bien, yo te espero aquí. Algo me dice que lo encontrarás dormido frente a uno de los carros del estacionamiento ¡Hip! —rió Seokjin, entre hipos por el alcohol, antes de que me fuera—. ¡Ah, espera, de paso tráeme mi saco que dejé en el auto de Jimin!

—Sí, sí... ya vuelvo.

Caminé tambaleándome un poco y luego fui hasta el estacionamiento. Jimin probablemente estaba buscando una forma de abrir la puerta del auto, seguramente haciendo una pataleta.

"No... no vayas..."

¿Qué? ¿Dónde está Jimin?

"No entres."

No hay problema, sacaré su billetera yo mismo y el saco de Hyunjin hasta que llegue.

Abrí la puerta del auto con un poco de torpeza debido al efecto del alcohol y empecé a buscar la billetera en el asiento delantero. Sin embargo, no encontré nada. ¿Tal vez la colocó en mi mochila por casualidad? De repente, escuché algo caerse.

Me concentré en ver qué era y encontré un llavero con un pollito colgando dentro del auto de Jimin.

—Este chico... es muy tierno.

Sonreí pensando en recogerlo, pero antes de que pudiera hacerlo, escuché una nota musical silbada desde atrás.

"Corre..."

Miré por el espejo retrovisor y vi a un hombre encapuchado sentado justo detrás de mí, su rostro oculto bajo la capucha, con una sonrisa que se ensanchaba cada vez más.

"¡Corre!"

Antes de que pudiera reaccionar, quedé noqueado por él.

—¡Huh!

Abrí mis ojos con falta de aliento. Mi respiración estaba entrecortada y mi frente sudaba.

—Maldición...

Me senté en la cama, volteando para ver el reloj sobre el velador que marcaba las 3 de la mañana. 

No tenía idea de cuánto tiempo llevaba en ese lugar, pero ya habían pasado dos días desde aquel incidente en el que Jungkook me esperaba para almorzar.

Extrañamente, la música de las mañanas había cesado. Solo podía escuchar el sonido de la puerta siendo abierta por Jungkook, quien entraba a la habitación para invitarme a comer.

Después del desayuno, me dirigía a otra habitación que parecía ser una oficina. Jungkook me pedía que me sentara en el sillón y allí permanecía por horas mientras él observaba la pantalla de su laptop, sumergido en su trabajo, el sonido del tecleo y del reloj contando los segundos eran los únicos ruidos que se escuchaban.

Cada vez que nuestros ojos se encontraban, surgía una incomodidad palpable. ¿Qué estaría haciendo en esa laptop? ¿Acaso trabajaba o vigilaba? La incertidumbre me carcomía mientras él mantenía su atención en la pantalla, aunque podía sentir su mirada sobre mí.

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