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El ambiente en la sala parecía haberse congelado por un instante, con la sonrisa forzada de Jeongin aún en su rostro, su mano extendida a medio camino hacia el doctor. Sentí un nudo formarse en mi garganta mientras observaba la escena.

El doctor, distraído mientras se ajustaba sus lentes, no había notado la pequeña palabra garabateada con sangre en la palma de Jeongin. No aún. Antes de que pudiera reaccionar, Jasser, se movió con una precisión fría y con una calma inquietante, bajó suavemente la mano de Jeongin, inclinándola ligeramente hacia abajo para que la palma quedara fuera de la vista del doctor. 

—Jeongin, está bien que quieras agradecer al doctor, pero no seas tan impulsivo —murmuró, su tono sereno pero firme, al tiempo que colocaba una mano en el hombro de su "hermano"—. Podrías incomodarlo.

El doctor levantó la mirada, ajeno a la tensión. 

—Oh, no se preocupe —respondió con una sonrisa cortés—, lo entiendo perfectamente. Es un placer haber podido ayudar.

La respiración de Jeongin era irregular, pero Jasser no le dio tiempo para responder. Se adelantó, llevando la conversación por otro camino. 

—De hecho, también nos gustaría invitarlo a cenar —comentó, manteniendo una sonrisa controlada, mientras lanzaba una mirada de advertencia a su hermano—. Pero, claro, es bastante tarde ya, casi las 11 de la noche. No querríamos incomodarlo a estas horas, ¿verdad, Jeongin?

Jeongin, con la boca seca, solo asintió. El desconcierto en su mirada era evidente, pero no tenía elección. Su resistencia, aunque velada, no tenía cabida bajo la sombra de Jasser. Este último, con su tono lleno de una cortesía calculada, seguía manejando la situación con la precisión de un cirujano.

—Quizás este fin de semana —repitió Jasser, volviéndose hacia el doctor—. Nos encantaría agradecerle adecuadamente.

—Oh, claro, no tengo ningún inconveniente. Tengo algo de tiempo libre este sábado —respondió el doctor, sin notar la tensión en el ambiente, con una sonrisa amable.

—Perfecto, entonces nos vemos este sábado —dijo Jasser, con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos.

Con una inquietante naturalidad, Jasser acompañó al doctor Min hasta la puerta, despidiéndose con cortesía, como si todo estuviera bajo control. Tanto Jeongin como yo hicimos una reverencia respetuosa, inclinando nuestras cabezas y parte superior del cuerpo. Cuando volví a incorporarme y la puerta se cerró tras el doctor, el ambiente en la habitación cambió de inmediato. El aire se volvió pesado, casi sofocante, como si la calma que había antes fuera solo una fachada que ocultaba algo mucho más siniestro.

Jeongin permanecía inclinado, como si aún estuviera agradeciendo la visita del doctor, pero ese falso gesto fue brutalmente interrumpido cuando Jasser lo agarró del cabello, levantándolo con una fuerza que traicionaba la calma de su tono anterior.

—Casi lo logras, ¿eh? —dijo Jasser con una sonrisa torcida, la malicia brillando en sus ojos—. Pero recuerden algo, las acciones siempre tienen consecuencias. —Su voz goteaba sarcasmo mientras su agarre en el cabello de Jeongin se mantenía firme.

Soltó su cabello con desprecio, dejando a Jeongin tambaleándose mientras recuperaba el aliento. Y antes de que pudiera procesar lo que acababa de suceder, Jasser se giró hacia mí, sus ojos fijos en los míos con esa obsesión que me helaba la sangre.

Sin previo aviso, me agarró del brazo, su mano apretando con una fuerza desmedida. Intenté zafarme, pero su agarre era como una trampa. Me arrastró lejos de la puerta principal, sin darme oportunidad de girarme para ver a Jeongin. La incomodidad y el miedo crecían en mi pecho mientras me empujaba dentro de una habitación que apenas había notado antes. Mi cuerpo chocó con el suelo, y antes de que pudiera levantarme, Jasser ya estaba encima de mí.

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