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Por la mañana del día siguiente desperté con más notificaciones de lo normal, había de todos... menos de él.

Aún deseaba que fuera una pesadilla pero me daba una punzada en el pecho al darme cuenta que no era mas que la realidad y que debía enfrentarla. Me resultaba imposible creer que el chico que me juraba amor eterno, una vida entera juntos y miles de planes me hubiera traicionado de esa manera.

¿De verdad no me amaba?, ¿ni siquiera un poco?.

Me parecía increíble su habilidad para mentir tan bien, era humillante imaginar cuantas veces me miro la cara de estúpida. Y lo peor de todo es que aunque lo quisiese odiar por toda la mierda que me hizo, lo seguía queriendo y seguía esperando un mensaje suyo.

Aunque solo fuera para saber que lo sentía o solo por que necesitaba escucharlo pidiéndome perdón, que me diera alguna explicación.

Pero, lo conocía y sabia que jamas lo haría o al menos no por ahora, y no existía la opción de mandarle un mensaje.

Pablo y Ximena se fueron esa misma mañana, no baje a despedirme con la excusa de estar dormida.

En realidad solo estaba ahí en mi cama, abrazando mis rodillas, sintiendo el dolor en mi pecho, el vacío en mi estómago, mis ojos hinchados y adoloridos, mi garganta ardiendo con un gran nudo en ella.

Era el viva imagen de el desamor.

La verdadera cara del amor.

El corazón roto era una verdadera mierda que no quería volver a experimentar.

Escuché la puerta de mi habitación abrirse, era mamá quien desconocía la situación

—¿Qué pasa Katy?

Y así terminé llorando frente a mi mamá y contándole todo lo que había pasado. fue una semana muy dura...

No tenia ánimos de nada, ni siquiera de hacer las cosas que mas me gustaban. Melanie me visitaba y trataba de hacer que me distrajera pero no tenia buenos resultados. Al final siempre acababa en la misma situación.

Mamá también trataba de ayudarme, y le frustraba que yo no pusiera de mi parte para dejar de seguir en ese hoyo de miseria. A las dos semanas, seguía casi igual, excepto que ya no lloraba. Probablemente me había quedado seca.

Ximena y Pablo regresaron, lo que me parecía extraño pues usualmente no venían seguido.

Bajé a saludarlos, bueno más a Ximena que al sucio de su hijo. Que hoy me apetecía muchísimo matar.

Ambos estaban reunidos en la sala, junto con mi madre, me acerqué en silencio mientras fingía una sonrisa.

—¡Katy!, cada día más guapa tu—dijo Ximena asfixiándome en un abrazo—¿a que si, Pablo?.

El mencionado hizo una mueca de asco e ignoró la pregunta.

Cretino.

—Gracias Xime, tu igual estas guapísima.

—Gracias linda, ¿a que no sabes a que vinimos?.

Así que si había una razón...

Al ver mi cara de extrañeza dedujo que no y continuó hablando.

—Tu madre y yo, hemos tomado la gran decisión de...¡pasar el verano en mi casa!.

Mi sonrisa decayó lentamente pero antes de que pudiera decir otra cosa, alguien habló por mi.

—!¿Qué?!—Pablo parecía igual de desconcertado que yo.

—¿Ya lo decidieron?.

—Si chicos, mañana a primera hora iremos a casa de Ximena—avisó mamá.

Un verano con mi enemigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora