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He decidido publicar este capítulo en cuanto terminé de escribirlo, para no hacerlas esperar hasta mañana.
Por lo que mañana no habrá.

Empecemos:

El día que no sabia si quería que llegara, llegó.

Seguía jugando con mis dedos y pisando rápidamente con poca paciencia, el aeropuerto estaba un poco vacío pues era miércoles.

Mamá intentaba ocultar sus nervios pero la delataban sus constantes lamidas de labios y pasadas de saliva. Ambas tratábamos de vernos normales, pero era muy evidente que nos consumía la ansiedad.

Cuando, de pronto el hombre vestido de negro con su maleta rodando y su cabello ahora blanco. Caminaba acercándose a nosotras.

En ese momento, sentía que todo alrededor desaparecía excepto él, quien era iluminado por todas las luces blancas del aeropuerto.

El hombre nos dió una pequeña sonrisa tímida conforme se posicionaba frente a nosotras que estábamos inmóviles.

Se veía bien conservado lo único que demostraba su edad eran aquellas nuevas canas que salían de su cabello.

—Hola, hija.

Su voz me regresó a la realidad, mis ojos se estaban cristalizando mientras recordaba todo lo que había sucedido.

Papá me envolvió en un cálido abrazo de oso que parecía nunca tener fin, usaba la misma loción que hace un año.

Ese olor tan característico me daba una sensación extraña, y no sé si extraña mal o bien.

Intentaba que el nudo de mi garganta desapareciera pero era imposible, de verdad no quería llorar frente a él.

«No llores, no llores, Katherine por favor contrólate».

Lo más incomodo fue cuando nos apartamos y mis padres no sabían que decirse o como saludarse, fueron los segundos más tensos de mi vida.

¿Cómo dos personas que compartieron tantos años juntos, tanto amor que hasta una hija tuvieron, podían ahora parecer extraños que ni siquiera podían saludarse?.

Finalmente papá le dió un corto abrazo a mamá junto con un simple "hola".

Era realmente increíble que quienes se amaron tanto en su momento, se tensaban por un abrazo. Todo era el resultado de una traición, solo esperaba nunca tener que vivir eso de nuevo.

La infidelidad de quien crees el amor de tu vida quema el alma y rompe en pedazos tu corazón. No me imaginaba lo que sufrió mamá, y el remordimiento que seguramente existía en el fondo de mi padre.

Destruir a tu familia, provocar el llanto de tu madre e hija, y no verlas durante un año entero.

Al poco tiempo los tres estábamos en el auto de mi madre, papá decidió ser el conductor y esto me daba tanta nostalgia.

Era como los viajes que hacíamos los domingos, siempre eran así.

Mis padres enfrente, mamá se encargaba de la música mientras ambos charlaban de cualquier cosa, y yo en la parte de atrás disfrutando el paisaje y cantando las canciones que se escuchaban de la radio.

Un verano con mi enemigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora