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Ya eran las 8 de la mañana, mamá terminaba de guardar las maletas. Era hora de despedirme de Pablo.

La parte más dificil.

Pareciera que me despedía para siempre, estaba un poco dramática, pero no quería dejar de verlo aunque fuera recién despierto, con el cabello por todas partes y las ojeras hasta la barbilla. Tampoco si era dormido, roncando o hasta sudado por sus entrenamientos o el gimnasio.

Simplemente queria seguir viéndolo diario.

Vaale, estaba exagerando.

Mañana regresaba al instituto y de solo acordarme de daba un nudo en el estomago, ese tema me ponía de nervios. Y cuando tengo nervios me da ansiedad, y eso también hace que tenga problemas gastrointestinales. Así que evitaría pensar en eso; por el lado positivo era que volvería a ver a Melanie y a Jared, además de mis otros amigos, regresaría a mi vida de animadora.

Lo que no quería eran las clases, enfrentar a mi exnovio y ex mejor amiga (por cierto una traidora de mierda).

Suspiré al tener a Pablo frente a mi, mamá y Ximena se despedían afuera en el auto, y yo aun dentro de casa.

No sabia ni como empezar.

—Te voy a extrañar—.fue lo primero que salió de mis labios acompañado de una sonrisa cerrada que fue correspondida—visítame seguido.

—Que si, que estaré ahí cada día—bromeó antes de abrazarme.

Reí bajo sus brazos, me permití contagiarme de su olor y de disfrutar el abrazo, sentir su calidez abrazando mi cuerpo, mientras mi cabeza estaba bajo su barbilla.

No me quería separar y sé que el tampoco.

Me obligué a apartarme un poco de él hasta que nuestras caras quedaron cerca con sus brazos aún rodeándome. Lo quería repasar para recordar su rostro cada minuto que lo echara de menos. Su acercamiento me tomó por sorpresa al iniciar un lindo beso.

Este estaba lleno de ternura, era un beso dulce, y genuino por ambas partes.

Sin intenciones negativas de por medio, sin lujuria. Un beso de miel.

Finalizamos con un ultimo abrazo donde depositó un beso en mi frente antes de separarnos y salir al auto. Me despedí de Ximena antes de entrar en el auto junto a mamá.

Agité mi mano como despedida cuando mamá empezó a conducir.

Nos alejamos de la casa viendo como Ximena y su hijo se hacían más pequeños.

Llegamos a casa en cuarenta minutos, no había tanto trafico gracias a la hora. Regresar a casa, fue como volver a tener esos sentimientos que había dejado dos meses atrás. Sentí un poco de todo.

Oficialmente, el verano había acabado.

Suspiré con pesadez al momento en que entramos en casa, todo estaba como la última vez.

Mamá y yo metimos el resto del equipaje y empezamos a acomodarlo en su lugar inicial; cada quien en su habitación. Mi habitación estaba literalmente igual, había olvidado tender mi cama, así que fue lo primero que hice. También estaba un poco feliz de regresar a mi espacio; las paredes blancas, las sabanas rosas al igual que las almohadas.

Casi todo mi cuarto era de esos dos colores.

Puse la primera maleta en mi cama y comencé a sacar todo para regresarlo a su sitio de hace dos meses. La ropa invadió mi armario nuevamente. Sonreí orgullosa llevándome las manos a la cintura mientras veía mi difícil trabajo concluido: poner la ropa en el armario.

Un verano con mi enemigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora