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Katherine Parker.

Había empezado a guardar algunas cosas en mi maleta, cosas como la mitad de mi ropa y zapatos que probablemente no usaría esta última semana. Debía arreglarme las uñas antes de regresar a clases, es pieza fundamental.

Me importaban más mis uñas que los libros escolares.

¿Cómo podría definir mis vacaciones?.

Engaños, traiciones, llanto, y descongelar algunos sentimientos viejos.

En un verano me pasó de todo: Tuve novio, me engañó, terminamos, pero lo perdoné y después volvimos a terminar, mi mejor amiga se hizo novia de mi ex, mi papá había vuelto, y... casi me beso con Pablo.

Casi nada.

Un verano inolvidable, sin duda.

Aunque aún me quedaba una semana en la que todo podría pasar, suspiré cerrando la maleta y dejándola bajo mi cama. Los amigos de Pablo no me caían bien así que me negué a ir a la fiesta a la que Thomas nos había invitado esta noche.

Pablo si quería ir, pero yo no.

Le dije que fuera el solo pero se negaba a ir sin mi.

Que por que no lo dejarían ir sin que yo fuera, lo sentía por él pero no iba a ir ni loca. No me podían seguir obligando.

Hoy yo solo quería relajarme.

El sonido de la puerta abriéndose me hizo girar a ver quien era, era mamá tenía consigo una foto en sus manos.

—La ha mandado tu padre—murmuró dejándola en el borde de mi cama y salió de mi habitación.

Me quedé mirando la foto desde el otro lado de la habitación donde estaba acomodando la ropa que no guardé.

Respiré hondo y me acerqué a la foto como si fuera algo peligroso.

Tomé la foto, y la volteé para poder ver la imagen instantánea.

Una punzada en mi pecho se hizo notar cuando observé la foto; era papá de joven cargando en sus brazos a una niña pequeña, esa era yo. Estábamos en Disney, papá me había llevado por mi cumpleaños 2. Había algo escrito en la esquina de la foto: "siempre serás mi bebé".

Tragué grueso, fue un sentimiento de nostalgia y dulzura a la vez.

Pero, no olvidaba la amargura que también me provocaba.

Suspiré mientras doblaba la foto, la guardé en el protector de mi celular, al ser pequeña cupo a la perfección, se podía ver puesto que mi protector era transparente. No la quería perder, por eso la mantuve ahí.

Aunque lo intente, soy incapaz de odiarlo.

Siempre era lo mismo conmigo; nunca podía odiar a los que me hacían daño.

Mi corazón es demasiado cálido para las personas tan frías que me rodean...

Como con Samantha, ella fue una basura de amiga pero no la podía odiar, ni siquiera desearle algo malo, no me alegra su desgracia.

No merecen mi perdón y aún así se los quiero dar.

Salgo de la habitación para ir a relajarme en la piscina, hoy el calor es infernal y no hay nada mejor que un chapuzón para ello.

Llevaba una toalla en mano y mi celular en la otra mano, para mi buena suerte no me encontré a nadie en mi camino a la piscina. Dejé las cosas en una silla frente a la piscina, quité los pantalones cortos de mezclilla quedando así en traje de baño.

Me paré frente al agua, dudando si arrojarme o entrar como una persona normal: usando las escaleras.

Al final me arrojé al agua.

Un verano con mi enemigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora