XX
El sol se mete entre las hojas de los árboles, anunciando la mañana. Delante de nosotros, los guardias cuentan sus anécdotas de lo que pasó durante la pelea con los demonios. Si no estuviera tan cansada, drenada emocionalmente, los escucharía con mayor ahínco, pero haber tenido a mi tierra en las narices y no poder pisarla ha hecho mella en mí. He hecho esto muchas veces, entrar en una batalla es normal en mi vida, no debería de sentirme como me siento.
—Estás callada y me preocupa.
No tengo la fuerza para mirar a Azai, solo quiero llegar a su palacio y dormir o llorar.
—No sabía que mi estado de ánimo fuera de la incumbencia del rey de Galantia.
Hace un sonido bajo que por poco logra que lo mire.
—Avisa que vas a ser una insolente y no haría el esfuerzo de tratarte bien.
Sonrío. Al menos tener este tipo de conversaciones con Azai me saben a normalidad. ¿Quién lo diría?
—No hace ningún esfuerzo, Su Majestad, no mienta. —Prinkìpissa rodea una rama en medio del camino, alejándome de Azai—. El verdadero esfuerzo es no tratarme bien para enmascarar el deseo que sientes por mí.
No hace falta verlo para saber que está rodando los ojos. Debería emocionarme un poco más esta interacción, siempre me siento viva discutiendo con él, pero el peso de lo que ha pasado no se aparta de mis hombros. Él y yo estamos retrasando una conversación, es evidente. Ambos sabemos que eso que le ocurrió a la muralla mágica que divide sus tierras de las mías es un problema más grande de lo que parece.
¿Quién tiene el poder de deshacer la magia de los dioses?
Si ha sido una bruja, tuvo que ser una muy poderosa, y no conozco a una que tenga dicho poder.
—Esto es más de lo que creemos, Azai.
La risa de uno de los guardias impide que conteste de inmediato.
—Supongo que sí.
No supone, él sabe que lo que digo es verdad. Estábamos seguros de que este grupo de malnacidos serían una fuerza menor, que solo teníamos que encontrarlos para acabar con ellos. Ahora, esas creencias absurdas nos han explotado en la cara.
—¿Sabes lo que significa que hayan podido romper una muralla mágica puesta por una diosa?
Adelante, uno de los guardias saca su espada y le explica a los demás que lo miran cómo fue que mató a varios demonios. Ojalá pudiera tener la alegría de ellos por haber vuelto cenizas a esos seres repugnantes.
—¿Qué significa?
Azai lo sabe, no me cabe duda de ello, pero quiere que alguien lo diga en voz alta para que se vuelva real.
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La Última Amazona ©
FantasíaUna enemistad de siglos entre dos razas. Una fue creada para proteger a los mortales, la otra para que la primera no se vuelva en contra de los dioses. Las amazonas, guerreras por naturaleza, mujeres despiadadas que aprenden desde niñas a sostener u...