Extra 1

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El sol ya estaba oculto, dejando la última luz del día, cuando llegaron a casa de Katsuki. Shoto llevó la cuenta y era la tercera vez que pisaba aquella casa, lo que no era mucho, pero le gustaba la sensación de familiaridad que le generaba. Era como estar un paso más cerca de Katsuki.

Bakugo metió la llave por la cerradura y entró prendiendo las luces.

-Puedes dejar tu mochila en mi habitación, haré algo rápido de cenar.

Sin esperar respuesta, se adentró a la cocina y las gavetas y ollas se hicieron sonar. Shoto entró al cuarto de su pareja y acomodó su pequeña mochila. No iba a pasar tanto tiempo ahí, sólo la noche y parte del día siguiente, pero siempre se necesitaban cosas básicas; como el cepillo de dientes y una muda de ropa.

Katsuki estaba concentrando hasta que escuchó los pasos amortiguados de alguien bajar por las escaleras y sonrió. Podría vivir así, podría acostumbrarse muy fácil a esto. La persona que amaba estaba yendo a cenar con él, a comer su comida.

-¿Por qué sonríes?- Shoto se recostó sobre el marco de la puerta, con una camisa amplia, unos pequeños shorts y su flequillo revuelto. Se había cambiado de ropa.

-¡No estoy sonriendo!- Frunció el entrecejo molesto de haber sido descubierto como un tonto enamoradizo.- Sirve de algo y pon la mesa, tonto.

-¿Y tus papás?- Preguntó una vez sentados para comer.

-Salieron, tenían un evento y regresarán mañana.

Shoto celebró la sencilla y deliciosa comida de Katsuki.

Todo estaba en calma, ellos dos cenando juntos, el viento sacudiendo suavemente los árboles con las campanitas colgadas por ahí, pertenecientes al papá de Katsuki, decorando el silencio. Era lindo, suave de alguna manera. El bicolor lavó los trastes mientras Katsuki subía a preparar su habitación para que ambos durmieran.

Listos en la cama, Katsuki apagó la luz del buró y quedaron a oscuras, siendo mínimamente iluminados por la luz de la luna que se colaba entre las cortinas cada vez que el viento las soplaba. Shoto miraba al techo sin saber bien qué hacer.

-Buenas noches.- Dijo.

Escuchó el resoplido del otro y siguió el rastro del sonido de su voz. Katsuki estaba de espaldas, así que observó detenidamente ésta una vez que sus ojos se adaptaron a la poca luz. La espalda de Katsuki era amplia y marcada. Siguió su recorrido y miró su cuello, lucía cálido. Luego miró su cabello y pensó en lo bien que se debería sentir que estuviera en sus dedos.

Cuando se dio cuenta ya estaba abrazando a Katsuki por la espalda, acurrucando su cabeza en el hueco de su cuello y pasando sus brazos por la cintura de él.

-L-lo siento.- Fue lo primero que dijo al darse cuenta.

Trató de zafarse, pero una mano apresó las suyas dejándolas inmóviles.

-¿Katsuki?

El nombrado se volteó despacio y enfocó aquellos dos ojos bicolores que lo veían confusos. Le acarició la cara, delineando ambas cejas con delicadeza, pasando por sus mejillas, tocando superficialmente sus pestañas y la punta de su nariz.

Se acercó sin decir nada y atrapó la boca de Shoto con la suya. Quería besarlo, deseaba besarlo y no entendió porqué tendría que contenerse.

-¿Katsuki?- Preguntó de nuevo, esta vez jadeante por el beso que no se había percatado de cuándo se volvió profundo.

-Dime, Shoto.- Respiró su cuello y depositó un beso húmedo. Escuchó al chico respirar entrecortado. Le gustaría decir que no sabía lo que hacía, pero lo sabía perfectamente, sabía lo que quería hacer.

Entre los reflectores (bakutodo)Where stories live. Discover now