Capítulo V: Primera clase

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Finalmente había llegado el día en que tendría su primera clase con Bakugo. No era ciego, el rubio sobresalía en todo y, de no haber sido por su infancia, era probable que tuviera un espíritu o motivación de competencia más grande que ahora.

Le gustaba verlo, aunque sólo llevara 2 semanas en la nueva escuela. Era atractiva su forma de bailar, tenía carácter y una fuerte presencia. Donde fuera él, los ojos iban. Bakugo, también era muy consciente de ello y lo disfrutaba. Le gustaba ser reconocido. Podría haber elegido cualquier especialidad y se luciría como nadie en ella, pero entendía porqué había elegido danzas urbanas. Él bailando tan despreocupadamente era... Simplemente sexy. Se volvía más pícaro, con una mirada rojiza filosa. Sus movimientos eran sueltos, cuidadosos, claros, precisos y atrayentes, era fácilmente de los mejores de la academia.

Por su parte, Bakugo se sentía intimidado por el Todoroki menor. Su técnica era impecable, asustaba su precisión. A los pocos días se había dado cuenta de un hecho muy curioso: Shoto era ambidiestro. Moría de celos por eso. Lo notó cuando uno de los profesores quería saber su lado dominante para entrenar aquel que no lo era, pero no hubo diferencia. Podía hacer exactamente lo mismo con ambos lados. Más tarde se dio cuenta de que también lo hacía para escribir.

Un día, en una clase teórica, su mirada estuvo rondando el asiento del bicolor. Observó que cuando estaba fastidiado o aburrido y no tomaba apuntes con la mano derecha, inconscientemente dibujaba con la izquierda. Ese día rompió su lápiz del coraje.

Fuera de sus celos, observaba atentamente sus movimientos en todas las clases. Evidentemente sobresalía en cada una de ellas, pero le gustaba mantener un perfil bajo, casi no participaba, cuando lo corregía lo arreglaba enseguida y cuando lo felicitaban solo asentía. Su forma de bailar era delicada, cada parte de su cuerpo estaba cuidadosamente pensada y enyesada, era envolvente en simples palabras, pero algo faltaba y no sabía qué era.

-Llegas tarde.- Espetó terminando de calentar1.

-Me perdí.- Respondió escuetamente el bicolor.

Bakugo gruñó.

-Cámbiate rápido y calienta.- Se estiró de malhumor y empezó a buscar algo en su teléfono.

Shoto dejó su mochila frente al gran espejo y, sin interesarle mucho, se quitó la camisa, el pants sería el mismo.

Los ojos de Bakugo lo traicionaron y fueron directo a su espalda desnuda. Tenía la espalda y los abdómenes marcados, dignos de un bailarín, pero... Era bastante delgado. Creyó que más delgado que un bailarín promedio y, por alguna razón, le preocupó. Vio no tan discretamente la contracción que tenían cada uno de sus músculos hasta que una nueva camisa lo vistió.

Decidió ignorar el malestar que le generaba no haber podido admirar por más tiempo al bicolor.

Shoto terminó de ponerse otros zapatos y comenzó a calentar.

-¿Qué quieres hacer?- Habló Bakugo.

-No lo sé, tú eres el maestro.

Irritado, apretó su teléfono en mano. Era claro que ya sabía lo que harían, pero quiso sonar amable.

-Levante el culo, no quiero alargar más esto.- Estaba de muy malhumor ahora.- Te mostraré un ejercicio del año pasado para ver qué tan jodido estás, mitad.

Shoto decidió hacerse el que no sabía la gran cosa, quería saber lo bueno que podía ser Bakugo.

Ambos frente al espejo, comenzaron con el ejercicio. El rubio quería saber qué tan "suelto" podía ser el bicolor con sus movimientos. Justo lo que creyó, era bueno, pero le faltaba mucho.

El bicolor, por primera vez, se estaba divirtiendo un poco. Le gustaba ver cómo al rubio le costaba toneladas de paciencia tratar de explicarse; fruncía su ceño, resoplaba y, de vez en cuando, hacía un pequeño puchero inflando sus cachetes.

En algún punto, Shoto haciéndose el desentendido, Bakugo no tuvo más remedio que tocarlo para hacerle ver lo que tenía que hacer.

-Voy... Voy a tocarte.- Avisó un poco inseguro.

Con sus palmas tocó su espalda media, siguió su recorrido por su cintura y terminó en sus caderas. Con seguridad las tomó y las balanceó.

-Así se debe sentir.- Su voz había sonado ronca, no supo porqué. Involuntariamente, pero casi imperceptible, sus dedos se movieron en pequeñas caricias.

La voz del rubio resonó como eco en su cabeza, lo había dicho muy cerca de su oído mientras sentía el calor de sus palmas sobre su cuerpo. Asintió sintiéndose nervioso.

Cuando le pareció que el bicolor había entendido, quitó sus manos para que continuara solo, pero sintió como si tuviera que despegarse de un imán. Qué vergüenza. Sin embargo, Shoto no estaba en mejor condición, ahora sentía un vacío donde antes estuvieron las manos del rubio. Después de ese contacto, que en realidad fue breve pero que había parecido una eternidad, no hubo otro.

Al final de la clase, Bakugo le puso una pequeña coreografía que irían armando, cambiando y alargando a lo largo del ciclo escolar restante.

Una vez terminaron, a las 8 en punto, apagaron y cerraron todo. Cada uno con otra ropa y su mochila al hombro, se dirigieron a la puerta. Caminaron en silencio hasta la entrada.

-¿Por qué me sigues, bastardo?

-No sé cómo salir de aquí.

Bakugo se tapó la boca, mal ocultando su risa. Shoto abrió un poco los ojos, no se esperaba esa reacción. Extrañamente le agradó el sonido.

-Sí que eres idiota, niño rico.

Cuando llegaron a las habitaciones, sus caminos se separaron. Bakugo fue rápido al ascensor, mientras que él fue un poco más lento. Bakugo quería entrar enseguida a su habitación, tenía prisa. El momento en que tuvo a Shoto entre sus manos, sujetándolo cerca de él, lo estaba atormentando

-¡Shoto!- Escuchó el nombre de su problema a lo lejos.

-¿Sucede algo, Midoriya?- El nombrado contestó con voz serena.

-Bueno, nos estábamos preguntando si hoy querías quedarte a cenar con nosotros.- Fue lo útimo que logró escuchar, pues el ascensor se cerró. Maldijo en voz baja, ahora tendría la duda.

-De acuerdo.- Respondió Shoto, aunque había tardado algo en dar respuesta.

-¡¿En serio?!- Esta vez era la voz de Kaminari, quien recibió un golpe de Shinso y una burla de Kirishima después de haberse exaltado tanto.

-Sí. Mi iré a bañar y regreso.

Toda la clase A quedó impresionada porque era la primera vez que Shoto comería con ellos. Los demás días, en todas las comidas, se las había arreglado para no estar. Midoriya, sensible como era, sonrió ampliamente con lagrimillas en los ojos.

-¡Te estaremos esperando!

Los viernes no eran tan malos después de todo. Esperaría con ansias el siguiente.

...

Notas:

1Calentar: Serie de movimientos y ejercicios que tienen como finalidad estirar, estimular el flujo de sangre y prepararse para alguna actividad física.

Entre los reflectores (bakutodo)Where stories live. Discover now