Capítulo 6.

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...

Un mes después:

Estaba sentada en la cama de la famosa habitación, esperando al siguiente enfermo mental hijo de...

Por cierto... ¿recuerdan que Jin era amable conmigo y me hacía favores? Eso se acabó. Es un maldito como todos aquí.

...

—Ya sabes que te puedes bañar... —le interrumpí:

—¡Sí! No me digas eso todos los días. Acepto tu favor, gracias. —Giré los ojos.

Estábamos en el restaurante y era muy normal que Jin se acercara a hablarles a las chicas. En ese instante estaba cerca de mí.

—No seas grosera.

—¡Yo soy así! —Él rió.

—Sigo insistiendo: eres muy boni... —de nuevo le interrumpí:

—Eres muy bonita como para que seas así —imité con una voz graciosa.

—Con que esta es tu nueva conquista, Jin. —Esa era Kim Lim.

—¡Por Dios! Lim, no me hagas reír —respondió Jin mientras me miraba.

—¿Qué? ¿Mi pregunta suena a un chiste? —ella me reparó de pies a cabeza. Todos en el lugar hicieron silencio por aquello que pasaba en esa mesa.

—No, sabes que me gustan maduras como tú... —me miró con tono burlón— no así de niñas como esta. ¿Cómo es que te llamas? —Me preguntó y todas rieron. ¡Hasta los encargados del orden!

—¿Sabes qué, Jin? ¡Métete un dedo por tu gran culo y grita Corea! —Me levanté de la mesa y Kim Lim sonreía victoriosa. No me iba a meter con ella, no iba a ser igual que ella. Yo no era así de grosera, solo fingía serlo con Jin.

—Uy, pero qué boquita. —Escuché de parte de Kim Lim y seguí caminando. Menos mal ya estaba satisfecha. Tenía rabia, y sumándole hambre, me desquitaría hasta con un bebé. Sentí una mano en mi hombro y esa mano pertenecía a Ji Eun. Le sonreí cuando volteé a mirarla.

—Me gusta como tratas a Kim Seok Jin.

—¡Ahh! Con que ese es su nombre. —Reí.

—¡Oops! —Ella se tapó la boca— No debí haber dicho eso.

—Tranquila. Si él te confió eso... de mi boca no sale. —Pasé mi dedo por mis labios y fingí sellarlos. Caminamos un poco y nos sentamos en unos escalones; charlamos y reímos. Ella quería que olvidara el mal momento, y lo logró. Unos quince minutos después, ella volvió al restaurante y yo fui a la pocilga.

...

—Sarah... —tocaron la puerta cuando estaba sentada jugando con mis dedos.

¡¿Y ADIVINEN QUIÉN ERA?! ¡Era Obama que venía a salvarme!

—Sarah...

—¿Qué quieres?

—¿Puedo entrar?

—¿No que no te sabías mi nombre? —Le pregunté con rencor.

—Ábreme —ordenó.

Me levanté de la silla y fui a abrir la puerta de la pocilga.

—¿Qué? No me digas que pedirás disculpas, porque no son necesarias. ¡Ni qué fuéramos amigos! —Empujé su hombro.

—No, no lo somos. Pero me gustaría que lo fuéramos. —Yo solté una carcajada al escuchar eso.

SAVE ME. (Jin de BTS).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora