Capítulo 29.

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...

Sarah:

Estaba mirando la ciudad de Miami y a todo lo que había en ella: la gente, los automóviles, los perros callejeros, las señales, los lugares, las tiendas y los parques. Miraba todo con atención. Estaba sintiéndome como me sentí hace nueve meses: sola, vacía, triste, engañada, decepcionada y estúpida. ¿Qué razón tenía la vida y por qué yo estaba aquí, si iba a sufrir tanto? Suspiré. Un pequeño niño en un semáforo, me llamó la atención porque le lloraba a su madre. Seguramente no le daba algún dulce.

No sabes lo que viene en tu adolescencia y adultez. Todos quisiéramos llorar por golosinas.

—¿Qué tal? —Una voz femenina me sacó de mis pensamientos.

Miré a mi lado y era una chica de más o menos de mi edad.

—Hola. —Le sonreí.

—¿Por qué estás seria? Sonríe. ¡Vamos a una ciudad hermosa!

—¿Te refieres a Washington?

—Sí, es allá a donde vamos, ¿no es así? —Rió con buena energía. Era una risa escandalosa y divertida, que le arrugaba la nariz e inflaba sus mejillas. Yo reí junta a ella.

—Tienes razón. Es hermosa.

—Cuando llegue... quiero una foto con la Casa Blanca. —Sonrió recostándose—. Por cierto... soy Bianca.

—Sarah.

Comenzamos a hablar de todo lo que pensábamos y queríamos. Poco a poco, fui olvidando a Jin. El dolor se estaba yendo. Lo disfrustaba porque sabía que muy pronto volvería.

—¿Te han roto el corazón? —Me preguntó Bianca.

Fantástico.

¡Qué cambio de tema tan drástico! Estábamos hablando de hombres guapos con mascotas adorables.

—Em... —no sabía qué responder.

—¿No? ¡Qué afortunada! Si supieras lo que se siente. No te lo deseo o a alguien más. —Le sonreí con dolor.

Volvió.

—¿Un novio? —Le pregunté.

—Era algo así. Teníamos momentos de pareja: cariño, problemas, sexo... tú sabes. —Me miró con lástima y suspiró—. Y ya todo se acabó. Ambos somos de Nueva Zelanda y él se ha ido.

—¿Y te dijo que no te quería? —Pregunté recordando a Jin.

—No. Él me dijo todo lo contrario, pero... ¡el deber le llama!

—No me quiero enamorar porque voy a sufrir.

—De enamorarse, nadie se libra. ¡Menos de romperse el corazón!

—Lo sé. Pero tengo que evitarlo tanto como pueda.

—Es como la muerte: algún día llegará.

Me quedé en silencio y comencé a sentir sueño.

—Bianca... dormiré un rato. —Bostecé.

¡¿A QUIÉN ENGAÑABA?! Estaba herida.

—Está bien. Al fin y al cabo son muchas horas de viaje. —Su energía era tan positiva, que me daba envidia.

Cerré mis ojos y crucé mis brazos, recostándome contra la esquina del asiento.

—No me quieras mentir. El chico con el que estabas, era algo contigo. Tú lloraste —me dijo ella y abrí mis ojos de inmediato.

SAVE ME. (Jin de BTS).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora