Capítulo 31.

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...

Jin:

Y ahora eran las 9:45 AM. El avión ya había aterrizado en el aeropuerto de Seúl y seguía la parte más peligrosa del plan. Bajé del avión y el sol picante de la mañana, estorbó en mis ojos.

—Ay, Sarah... —bostecé y me rasqué los ojos—. Volveré por ti. Lo prometo.

Seguí caminando para salir de la pista de aterrizajes e ir por mi equipaje. No me bañaba hace un día; toqué mi mentón y pude sentir que la barba estaba apareciendo. Ni quería imaginarme cómo estaban mi cara y mi aliento.

—¿Por qué hice esto? —Reí con nervios mientras caminaba.

Por Sarah.

Logré entrar y sabía que tal vez Park Bon- Hwa estaba persiguiéndome y yo no lo sabía. Tenía que caminar rápido porque esto se pondría peligroso y yo no me podía morir sin decirle a Sarah cuánto la amaba. No había tiempo para ir a una estación de Policía y contar todo. Tenía que hacer un escándalo aquí mismo para llamar la atención de los oficiales. Pero... ¿qué hacía? Miraba para todos lados pensando en algo. Tuve la impresión de ser observado. Seguro era mi pánico que me jugaba una mala broma, pero de todas maneras tenía que apurarme para que todo saliera a la perfección. Vi dos oficiales caminar delante de mí. Tenía que alcanzarles; caminé más ligero y observé a todos. ¿Por qué seguía sintiéndome observado? Toqué la espalda de uno de ellos y giró de inmediato.

—¿Necesita algo? —Me miró de arribabajo.

—Sí, señor. Necesito la máxima autoridad de este aeropuerto, tengo una información de un pez gordo y no puedo esperar más. Podrían matarme —le dije sin rodeos.

—¿Sabe que hacer bromas, podría darle cárcel?

—¿Tengo cara de estar molestando? ¿Estas ojeras no dicen lo contrario? — Señalé mi cara—. Ayúdenme, rápido. —Trataba de mantener la calma, pero Corea del Sur, mi país... me asustaba.

—Está bien. Venga con nosotros —dijo y suspiré con alivio.

Caminamos a toda velocidad.

—Espero que esto no sea una broma, podría ir a la cárcel.

—¡No, no, no! —Moví mis manos.

Llegamos a un pasillo alejado del aeropuerto y entramos por una puerta que conducía a otras habitaciones; supongo que allí requisaban a quienes eran sospechosos por drogas u otras cosas.

—Entre —ordenó un segundo oficial.

Entré y no había nadie.

—Siéntese, ya en seguida viene el oficial mayor. —Asentí.

Caminé hasta una silla y me senté. Comencé a pensar por dónde empezaría. ¿Cómo empezaría a hablar? Emm... ¿era un cómplice de una trata de blancas a las afuera de esta ciudad? ¿Conozco de una organización de negocio negro, trata de blancas... tienen que desmantelarlo ya?

El oficial entró en ese momento.

—Buenos días.

—Buenos días. —Me levanté de inmediato e hice una venia.

—¿Qué es lo que tenía que decirme? ¿Qué es tan importante como para que esté tan desesperado?

—Conozco un edificio a las afueras de Seúl que trabaja aprovechándose de mujeres de todo el mundo. Es trata de blancas —él abrió la boca—. Además de eso, tienen una cadena de ventas de drogas y armas.

—¿Y usted cómo lo sabe?

—Porque yo trabajaba para ellos.

—¿Sabe que queda bajo arresto ahora mismo? —Asentí y dije:

SAVE ME. (Jin de BTS).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora