Capitulo I

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El cuerpo agotado desde que salió el sol, cada músculo estirado y desgastado por la rutina imparable nocturna a la cual es sometida constantemente por el turno en emergencias del hospital, grandes ojeras que se oscurecían y la cara llena de fastidio daban rienda suelta a la última gota del vaso, el final del turno.

-No tienes buena cara- Murmuro hacia Opal, mi fiel compañera de turno, mientras rebusco mis llaves en el bolso deportivo donde guardo mis pertenencias cada que debo acampar en el trabajo.. -¿Que ha pasado?-

-Otra odiosa pelea de club por la noche- Se agacha al lavabo para despertar esos cansados reflejos que a ambas nos abandonan lentamente. -Que no pueden divertirse sin ahogarse-

-¿Se ha puesto difícil?- Sus ojos fijos en el agua que se desperdiciaba minuto a minuto mientras ella continuaba paralizada -Te ha lastimado inconscientemente, se pueden poner agresivos-

-Ha llegado con el furor de la pelea- Dice a media sonrisa en su rostro. -Mucha carne roja de mi nana en Gaoling le hace falta comer a ese para tirarme a mi o dejare de llamarme Beifong-

-Bien- Digo con una sonrisa de victoria, nos cambiamos a carrera en el vestidor, las ropas lanzadas a las mochilas y el equipo de trabajo colgado en la pared, todo para al fin salir del lugar hechas trancas antes de que alguna emergencia se presentase.

-¿Me esperas? No tardo y de paso me dejas compartirte una buena copa de vino que he probado en el bar de frente- La miro con los ojos entrecerrados por la sospecha de que el vino es de nuevo la excusa para ver a ese par de hermanos que trabaja en la barra del lugar.

-Querrás decir la buena copa que que has ligado con ese cantinero de enfrente, ¿oh me equivoco?- Su pequeña risa la delata de inmediato intentando ocultar el sonrojo de sus mejillas.

-Atrapada-

-Anda apúrate, que no ha de ser tan mala idea esas copas, por menos que eso podría tolerarte hoy- Sonriente abro la puerta del último vestíbulo antes de salir al estacionamiento.

-¿Y por cuantas copas soportarías ver a tu amiga ligarse al camarero?- Pregunta destilando sarcasmo al paso.

-Por un par de botellas no me quejaría, así que ve aflojando tu cartera........- La sonrisa pícara aflora en ambas ante el aire que entraba al otro extremo de la recámara, fresco, frío y rodeado de luz que poca había tocado sus pieles los últimos par de días.

Hasta Mañana chicas!- Pema la recepcionista alegremente se despedía desde la parte trasera del mostrador de registro, era la mujer de mayor edad trabajando en el hospital, pero considerada una madre de sabiduría en cuanto a la vida misma se trataba.

-¡Korra!- Exclamo Noatak entrando por las puertas corredizas desesperado por un poco de apoyo, su cuerpo lleno de sangre en manos y pecho, con los ojos de espanto cual niño cayendo al vacío sin saber que esperar. -Necesito que te quedes un poco más, una paciente esta por ingresar, viene muy mal.-

-!¿Noatak que te ha pasado?!- Menciona Opal al ver a nuestro jefe sobresaltado y en mal estado. -¿Te encuentras bien? ......ven deja revisarte-

-S-si estoy bien, yo si- Murmura calmando los nervios mientras le limpia las manos con un paño. -Iba camino a casa y.... He atropellado a una chica en su moto, que me ha salido de la nada lo juro.- Sus ojos llenos de vergüenza al confesar el accidente solo preocupaba más. -Se que apenas van saliendo pero no confío en nadie más para que atiendan a la chica, tiene que ser su nueva prioridad por favor.-

La Chica de Fuego Carmesí Donde viven las historias. Descúbrelo ahora