14

701 42 1
                                    

Alyssa había intentado durante todo el verano que los sentimientos por Lando desaparecieran, y realmente creyó que lo había logrado. Creyó que lo vería cuando fueran, Lola y ella, a Australia y que su corazón no le comenzaría a latir como si quisiera salirse de su pecho. Y estaba equivocada.

Apenas lo vio y lo abrazó, su mundo volvió a colapsar como cuando se había dado cuenta de que le gustaba. Sus latidos volvieron a hacer eco por todo su cuerpo, resonando con fuerza en su caja torácica. Su mente volvió a dar vueltas. Su estómago volvió a anudarse. Sus sentidos se bloquearon completamente.

Pero al menos había logrado desenvolverse con más soltura, gracias a los consejos de Lola, y en parte también de Pierre, con quién se había visto en las vacaciones, y que la había querido convencer de que sus sentimientos por el británico eran correspondidos. Y aunque en cierto momento se había sentido nerviosa por la forma en la que Lando clavaba su mirada en ella, comenzando a jugar con el borde de su vestido, fue rescatada por la interrupción de Jon, seguido de la carrera, hasta que al final no volvieron a verse en la tarde porque el equipo lo retuvo con una reunión.

Lando le había enviado un mensaje larguísimo disculpándose, que sonaba a que prácticamente no se volverían a ver antes de que las amigas volvieran a Argentina, así que Alyssa se sorprendió cuando Lola le dijo que Daniel las había invitado a salir con él y Lando esa misma noche, a un club nocturno.

Ella debería haberse dado cuenta que era una mala idea salir con ellos cuando aún trataba de controlar sus sentimientos por Lando, y que se le escapaban de las manos. Y ni hablar de que ese había sido probablemente el día más largo de su vida, por lo poco que había dormido la noche anterior, presa de los nervios. Pero comenzó a pensar seriamente que efectivamente lo era, recién cuando las pasaron a buscar y vio al británico con una camisa negra que le quedaba pintada, además de sentir el aroma a colonia cara que desprendía y que por algún motivo afectaba su tren de pensamiento más de lo normal dejándola en una especie de trance. Y eso sin contar que Lando había tenido un mínimo cambio de actitud que solamente le sumaba atractivo.

Los cuatro se subieron al auto. Daniel manejaba, su mejor amiga iba de copiloto y casi que los habían empujado a los otros dos a sentarse juntos atrás. La rubia solamente rogaba a todas las fuerzas de la naturaleza que sus latidos no se hayan escuchado tan fuertes como ella los sintió, porque lo que menos quería era que Lando notara lo nerviosa que estaba.

Trataba de mantenerse en una pieza, pero era prácticamente imposible, si los ojos se le desviaban hacia el chico, como si tuviera alguna especie de imán.

Maldito sea Lando y lo bien que le quedaba la ropa...

...y lo lindo que era. Y que le gustaba.

—¿Estás bien, Aly? —Daniel la estaba mirando con preocupación por el espejo retrovisor.

—Yo... ¿si? —sentía la garganta seca, como si no hubiera tragado saliva hacía un tiempo considerable. No se sentía en excelente estado, claro está, pero tampoco estaba mal.

—¿Segura? —Lando se giró sobre su asiento, para observarla con atención.

Alyssa lo recorrió disimuladamente con la mirada (o eso esperaba) por quinta vez en la noche, antes de asentir.

—Estaba distraída —dijo al fin.

Ahora su mejor amiga la estudió a ella con la mirada, comprendiendo en una milésima de segundo lo que le pasaba. Habían hablado tantas veces de ese tema dirante las vacaciones.

Estás muy distraída últimamente —dijo al fin, en español, entre risas, recibiendo una leve patada en el respaldo de su asiento como respuesta.

CHANGE MY MIND | Lando NorrisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora