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El camino hasta su habitación le resultó el trecho más desesperante de su vida, pero todavía más porque su mejor amiga no respondía sus mensajes. Tampoco ayudaba que su mente no dejaba de repasar los eventos de la noche anterior, con un dolor de cabeza terrible, tratando de encontrar entre los pocos recuerdos que tenía, exactamente cómo había terminado con Lando en su habitación.

Hasta donde ella sabía recordaba que había tenido un pequeño "desliz" al casi besar a Lando en el club, de no ser porque Pierre los interrumpió. Recordaba también haber estado bailando con Lola, y haberse sentido sofocada, pero en ese momento sus recuerdos eran cada vez menos nítidos.

Llegó a su habitación con la garganta completamente seca y se llevó una mano a la frente, largando un suspiro de frustración, cuando se dio cuenta de que no tenía la llave para ingresar.

Golpeó la puerta tres veces y esperó. Pero nada.

¿Lola? —acercó el oído a la puerta—. Lola, abrime por favor —llevó su mano al picaporte—. Lo, dale —de nuevo nada.

Alyssa largó un suspiro, dándose cuenta de que su mejor amiga no estaba en su habitación. En un momento se le cruzó por la cabeza quedarse ahí en el pasillo a esperar que volviera, o que le respondiera, lo que pase primero. Sin embargo, después de una nueva punzada de dolor en su cabeza, se decidió a llamar a la otra persona que podría saber dónde estaba, y que, de hecho, podría estar con ella.

—¿Hola?

—Dan, gracias por responder —ignoró el tono de voz del australiano que le indicaba que claramente acababa de despertarlo—. ¿Lola está contigo?

—Eh —largó un bostezo—. Sí, está conmigo. ¿Estás bien, Lyssa?

—¿Puedo ir? Necesito hablar con ella —ignoró su pregunta con descaro.

—Sí, sí, por supuesto —de nuevo hizo una pausa—. Es la habitación cincuenta y ocho, mismo piso que Lando.

—Gracias, nos vemos —cortó la llamada y se puso en camino, llegando en menos de cinco minutos de vuelta al piso en el que había pasado la noche.

Esta vez apenas le dio un golpecito a la puerta, antes de que Daniel le abriera, refregándose los ojos. Alyssa no iba a mentir, se veía completamente agotado, como si no hubiera dormido en varias semanas, con ojeras que surcaban su rostro, dándole una imagen desganada. Incluso se preguntó si aquello era del momento por la falta de sueño, o si algo se le estaba pasando por alto.

—Buen día —él pareció notar que lo estaba estudiando con la mirada—, pasa, vamos —se hizo a un lado en el umbral de la puerta, dejándola pasar.

—Perdoname que te haya despertado.

Daniel hizo un ademán con su mano, restándole importancia. Una sonrisa amigable surcando su rostro, como la mayoría de las veces.

—No te preocupes —se adentró aún más en la habitación, caminando hacia la maquinita de café sobre la mesa—. Lola se está levantando seguro —le informó, agarrando una de las tazas.

—Ya me levanté —Alyssa suspiró con alivio apenas escuchó su voz, y la vio asomando por la puerta que separaba la "verdadera" habitación del resto del lugar—. Hola, Aly —su voz se escuchaba ronca, producto de la noche anterior y se veía levemente sonrojada.

CHANGE MY MIND | Lando NorrisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora