Perdido por ella | 5

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La sensación amarga en su boca parecía no querer marcharse con ningún método por el que pudiera optar. Había intentado tomar jugo, caramelos, cerveza, pero nada lograba hacer que se vaya y es que... iba más allá del sabor normal y cotidiano de todos los días. Arrugó su ceño mientras apresuraba el paso.

La ansiedad lo embargaba por completo de solo en los reclamos que no tardarían demasiado en llegarle cuando todos se enteraran de la notica, pues todo lo que tenía que ver con su vida parecía ser controlado más por su familia que por él mismo. Estaba demasiado disgustado. Intentó tomar demasiado aire de una sola bocanada como último recurso para ver si, de aquella manera lograba quitarse el sabor a mierda... pero nada.

La presión en su cabeza y en su pecho eran la mitad de molesto que ese asqueroso sabor. Quería sentirse en paz de una vez y dejarse llevar por la corriente de agua que abrazaba el pequeño pueblo en el que habitaba desde su nacimiento. Estaba harto de tener que tomar un rumbo que no siquiera era digno de elegir por voluntad propia.

Estaba harto de recibir reclamos de todas partes, mandados y espectativas que inevitablemente no era capaz de cumplir con sus nulas ganas de existir. Pero nadie parecía entender esto.

Si querían odiarlo, si querían descartarlo, eliminarlo o simplemente hacerlo a un lado de la sociedad por el resto de la eternidad; el aceptaría con gusto mientras dejasen de molestarlo.

Por un segundo, la imagen de sus padres llegó a su mante como fantasmas que querían atormentarlo, gruñó por lo bajo cuado aceleró aún más el paso deseando llegar lo más pronto a su casa y encontrar la manera de tranquilizarse. Incluso aunque supiera que no podía hacerlo por completo, porque desde que su corazón comenzó a sentir aquel remordimiento por su mal comportamiento, este nunca lo dejó en paz.

Mikoto y Fugaku siempre habían sido buenos padres, responsables, pero Sasuke podía contar con los dedos de una mano las veces que su padre le dió su apoyo, y aún menor era la cantidad de veces que su madre había interferido en su ayuda a pesar de ser diferente a él hombre de la casa Uchiha. Ella era dulce como la miel y muy tranquila, pero siempre apostaba por el silencio y dejar que sus hijos sufrieran el desamor y la dura mano de Fugaku.

Sasuke sentía algo de rencor, pero podía entenderla pues era su madre e hizo lo mejor que había podido, solo le hubiera gustado que las cosas hubieran sido distintas para él en su niñez y adolscencia. Quizás si alguna vez le hubieran ayudado a lidiar con sus problemas o con sus sentimientos, él habría sido una persona distinta con la gente que lo rodeó en el pasado. 

Pero a pesar de todo la responsabilidad seguía siendo suya, y eso le dolía.

Miró a su al rededor cuando sintió que que acababa de tropezar por un mal paso, en busca de algo de lo que sostenerse para evitar la caída. Para su suerte, se encontraba cerca del puerto y uno de los bancos con vista al mar estaba justo junto a él, siendo su soporte cuando esté se apoyó. Su mente se aglomeró por un segundo al preguntarse como demonios había Sido capaz de tropezar si no había absolutamente nada en su camino.

Cuando su vista dejó de rebuscar en el suelo, se enfocó sobre el anaranjado atardecer que posaba en la espléndida vista desde la barandilla hasta el horizonte. Sasuke no odiaba los atardeceres, pero no le gustaban.

Un suspiro relajado escapó de su boca cuando cerró los ojos en busca de la paz, seguidamente los abrió para mirar el paisaje a su al rededor. Y fue en ese momento cuando el captar una figura tan conocida par él lo hizo tensarse en su lugar.

Un cuerpo delgado, sentado en un banco al mirar hacia el mar se encontraba a unos metros de distancia. El rosado cabello moviéndose al son del frío viento le causó una revolución en su estómago mediante un impulso comenzaba a embargarlo.

Un sin número de pensamientos intrusivos se instalaron en su mente, torturandolo con ideas, motivos y recuerdos que no lo habían dejado descansar nunca, pero que en ese momento eran mucho más fuertes e intensas. Su alma gemela estaba allí, tan cerca y tan lejos como hacía años la tuvo, aquella vez que la trató pesimamente. La blanca y sonrosada piel, la voz baja y la personalidad tan triste que siempre portaba.

Era la hermosa persona que le había tocado como destinada, pero que no merecía. Podía jurar que jamás había visto ni un tercio de su personalidad completa, pero ese hecho solo le hacía sentirse aún peor por no haber aprovechado por conocerla en lugar de juzgarla por querer mantener un perfil bajo.

Las ganas de correr hacia ella lo invadieron impulsivamente, y como si leyera sus pensamientos, en ese preciso momento Sakura dió vuelta su cabeza, sorprendiendose al instante en que sus jades captaron la figura del azabache mirándola tan enbelasado. El pánico no fue de esperarse en el pecho de Sasuke, que se quedó calculando si debía darse la vuelta y fingir demencia o acercarse para hablar con ella.

Pero ¿qué se supone que le diría? ¿de qué hablarían?

De nuevo el pensamiento de que solo se convertiría en un metido le hizo sentir culpable, un idiota necesitado de atención que no merecía molestarla.

Pero en ese momento, una sonrisa apenas visible en los labios de su alma gemela le hizo sentir un vuelco en su interior. Sakura lo miró entre feliz y confundida, al mismo tiempo que comenzaba a elevar su brazo para llamar su atención, como si estuviera pidiéndole que se acercará.

En ese momento el corazón del azabache comenzó a latir a toda velocidad, sabiendo que el no sería capaz de rechazar aquel llamado si esa sería su oportunidad de acercarse a ella, a su alma gemela. 

Perdido por ella - Sasusaku | AUSoulmate | [Libro 2: En curso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora