Final Boss

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Con toda la concentración puesta en lo que venía de frente, en lo que caía como destellos del cielo virtual, y en lo que la perseguía, Jules avanzó, como un vendaval temerario, como lluvia de coraje en la noche del miedo. En un paisaje lila oscuro que se tornaba verde oscuro, procuraba no dejar nada a su paso. Mientras tanto en el otro escenario, el jugador número 2, luchaba contra los enemigos de Hellraiser; David había incrementado el nivel de dificultad para el habilidoso nuevo jugador, que armaba el cubo mágico sin mayores dificultades, a una velocidad insólita. TRACK TRACK TRAK, y disparo. Eliminó al feto viejo y a sus asexuados padres en cuestión de segundos.

¡Maldición! es como si lo estuviese jugando por segunda, o por quinta vez, murmuró David.

Envió refuerzos. Ojos flotantes que disparaban círculos de fuego al abrirse. Una música agobiante y alucinógena; pero nada parecía perturbar al jugador. Enseguida superó el segundo nivel. Ingresó por el portal al tercero. No tardaría mucho en llegar hasta Jules, quien se encontraba en graves problemas, luchando contra un monstruo; esqueleto de estética heavy metal, que al abrir sus fauces despedía camarones de fuego. Jules debía armar el cubo, tenerlo listo para el oportuno momento de la apertura. Acomodarse en la zona segura, por donde los camarones de fuego no pasarían, elevar el cubo y disparar. Finalmente Jules logró decapitar a la criatura. Fue entonces cuando el mundo comenzó a vibrar, un terremoto bajo los pies de Jules. Ahora aparecía el mayor de todos los demonios, con retorcidos cuernos de cabra. Aquel era un mundo de verdadero dolor. Un cerebro rojo fuego latía dentro del cráneo transparente de la criatura, los ojos también eran de fuego con enormes y negras pupilas, enorme nariz de búfalo; y los dientes, cada uno era una poderosa espada curvada, hecha de hueso ancestral. Malditos 80, maldita su estética, pensó Jules. Maldito retorno. La cabeza de la criatura salía por la boca circular de una cueva, con la criatura muerta esa boca dejaría el paso libre. La criatura era, de algún modo, el guardián de la puerta de la Ley, en aquel cuento de Kafka, cuento que tanto Jules como David desconocían por completo, pero las historias siempre son las mismas. Muerta la gran criatura, a quien también podríamos comparar con el gran mitológico Minotauro, la boca quedaría libre, y aquella boca ¿sería la gran salida de Huanacoc? Al costado de esta boca central, por la cual el monstruo sacaba su cabeza, había otras dos, de menor tamaño por la cual salían y se estiraban ambos brazos de la criatura. Eran estos brazos como largas serpientes, cuyos cuerpos estaban conformados por una cadena de escorpiones, cada escorpión era un eslabón, al final de la cadena, en lugar de manos, los brazos tenían cabezas, sin ojos pero con sendas bocas de afilados dientes. Cualquier habitante de la época oscura de la que, por ejemplo John provenía, hubiese creído que aquello era una invención, un delirio completo de un hombre aislado como David, pero no, no era así. Aquella criatura era una fiel copia de los Jefes de los niveles en los juegos de los 80. David, el dios loco, había extraído aquella criatura de juegos como el Contra. La dificultad de toda aquella creación, no había consistido en la invención de monstruos y de imágenes, ya todo había sido creado en los 80. Los 80, como ninguna otra década había sido la Edad del delirio imaginativo. David había investigado, tal y como los medievalistas que buscan en las infinitas bibliotecas físicas, en bibliotecas virtuales, día y noche; había navegado y había también naufragado el mundo virtual en busca de los 80. Aquella criatura había sido su devoción. Tal vez lo que lo había animado a diseñar Game over, y tal vez Huanacoc no era otra cosa que un marco para Game over. Había pasado tiempo construyendo, pensando, diseñando y rediseñando al monstruo, flotando en el limbo virtual, sobre la oscura nada, azotado por sus vientos sin sentido; allí se había sentido un dios, había pensado que si era capaz de crear aquella criatura, de algún modo Él era tan grande como Ella, luego se había fascinado con la idea de que un dios pudiese crear una criatura muy superior a Sí mismo, pero también había entendido que Eso no era su creación, sino la creación de toda una época, de Los malditos 80, claro. Lo que él hizo como un dios, fue rearmarla, juntar lentamente sus partes, curarla, arreglarla.

I love 80'sWhere stories live. Discover now