La pradera de David

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 Bienvenida a mi pradera, Jules. Es el juego más famoso entre los jóvenes de Huanacoc. Nadie quiere perderse este juego. Has entrado por una puerta para privilegiados, por lo general, los que entran, lo hacen por otra puerta. La última puerta del local de los vídeo juegos. Imagina, es una puerta que emana una luz por sus costados. Una puerta por la que entran muchos y ..., salen pocos. Algunos vienen a Huanacoc exclusivamente por mi pradera. Así es. Mi pradera, Jules. Solo vienen a jugar al juego. Se dejan vaciar por completo en El Hospital y luego entran aquí para apurar sus vidas, para hacer fondo blanco con ellas. Pues, no hay ninguna estafa, pequeña. En la publicidad de las redes ya todos saben en qué consiste GAME OVER (mi pradera). Saben cuál es el precio de jugarlo y cuál el de perder. Sin embargo son tan monstruosamente monótonas sus vidas allí que prefieren venir y apurarlas aquí en pocos minutos. Lo sé, pensarás, "yo no he elegido el juego". Pero también GAME OVER es el último escollo para todo aquel que quiera salir de Huanacoc.

Si supieras lo difícil que fue crear todo esto, Jules.

Sonaba una música en dos tonos o notas, Jules reconoció la melodía, se trataba de La Cabalgata de las Walkirias pero en una adaptación muy particular. El peculiar sonido de los vídeojuegos de los 80.

¿Te gusta lo que escuchas? Utilicé tan solo los chips de FM de Yamaha. Recorrí el mundo entero buscando procesadores que me sirvieran para crear estos sonidos primitivos. En el mundo del que vengo (mundo del que por cierto no recuerdo nada, pues yo también me sometí al tratamiento del olvido y la regeneración) todo se reducía a esos pequeños aparatos como la palma de una mano.

-¿Has estado jugando todo el tiempo conmigo?─dijo Jules, ignorando toda aquella exposición de David.

Contigo no. Yo he estado manejando a John. Tu eras algo así como su acompañante. El jugador dos. La chica a quien él tenía que proteger.

Caminaba Jules sobre una suerte de virtual red de contención, que en lugar de estar hecha de sogas, estaba hecha de láser rojo.

Si superas este escollo, te dejaré ir.

Jules sintió algo de bronca y asco, ¿quién era el maldito para retenerla de esa manera? ¿Acaso ella, al igual que Cyndi, había accedido a ser parte de todo ese caprichoso mundo y ahora lo había olvidado? ¿La aceptación de Cyndi no sería otro de los hipnóticos engaños del maldito diseñador de Huanacoc?  Se miró las mano, notó que se había convertido en un personaje de juego de 8 bits. Entendía, de alguna manera algo sobre eso que llamamos "mente", la mente es el cuerpo, pensó, o tiene la misma figura que el cuerpo que la contiene. 

 Podía oír la música propia del Commodore 64, aquella que se diseñaba con el procesador SID.

-¿John, es... un personaje de videojuegos...sin libre albedrío?

No, no Jules. En Huanacoc ustedes son realmente libres. Mi creación es perfecta Jules, acaso alguna vez, estando despierta en Huanacoc, ¿Has visto alguna cara torcida? ¿Has sentido una mínima levedad al pisar? ¿Has oído alguna mínima distorsión en alguna voz? 

Era cierto, tanto los sueños como la realidad de Huanacoc eran perfectamente verosímiles. Cuando se estaba despierto no había la mínima sensación de irrealidad, Jules no había tenido una sola sensación física diferente a la que se puede tener en un mundo concreto. De la misma manera cuando se había dormido, incluso los sueños

(aunque los sueños no existían ya en el mundo del que ella venía, el concepto "sueño" con todas sus características, era algo que la máquina inductora le había impuesto.)

 eran tan perfectos que habían parecido reales. Si Jules tuvo dudas acerca de aquel mundo, no fue porque algo de lo que palpó fuese poco concreto, sino todo lo contrario, lo más extraño de todo había sido lo brutalmente concreto y familiar de aquel mundo extraño. Todo había sido real

I love 80'sWhere stories live. Discover now