Game Over

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 Al destruirse Game Over, todas las almas que habían servido de alimento al juego salieron volando fuera del juego, fuera de la cueva y luego, surcando los cielos, fuera de Huanacoc; del rumbo que tomaron una vez que salieron de allí nada podemos saber. 

 Aquella visión de las almas como cometas por el cielo, sorprendió a una enorme cantidad de habitantes en Huanacoc, muchos habían visto aquellas cometas, del tamaño de una cabeza humana, pero de colores variados, surcando el cielo. Los había visto el hombre que levantaba la cortina de la ferretería, el panadero que se limpiaba las manos en el delantal (a través de la claraboya de la panadería); los vio el hombre que estaba con la taza de café en la mano, a través del gran ventanal de la cocina, y también los vio la esposa del hombre que estaba sentada a la mesa; desde las ventanas del hospital el chico heavy y la ayudante del psicólogo que dormía desnuda junto a él, vieron también las cometas con rostros que surcaban el cielo. El chico con el look afro y su chica, aquellos vecinos de habitación de la habitación del hotel en el que John y Jules se habían refugiado durante la noche, también vieron aquello, boquiabierta ella, él dijo: "es la noche más rara de mi vida". Los dos espectadores del juego, aquellos amigos del enfermero, también vieron las figuras surcando el cielo; entendían un poco más que todos los demás lo que había pasado, pero aún así estaban estupefactos, jamás hubiesen creído lo enorme que podía ser Game Over. Unos niños, que hasta entonces habían estado picando con sendas varas el cadáver arrodillado de Maniac cop, habían quedado aún más fascinados al ver aquellos cometas, pero justo, mientras contemplaban el cielo, el cadáver se había desplomado por completo, de bruces al piso, y todos habían corrido por el gran susto. La nana en el techo de la casa de granja, rodeada de casetes, rebobinando uno con un lapicero, el sweater cubriéndole las piernas, había alzado la vista al cielo, e incluso se había puesto de pie, con lo cual sus sensuales piernas habían quedado al desnudo. Hasta aquel ogro, conserje del sucio hotel (hotel desde el cual no se veía el cielo a través de las ventanas, pues a través de ellas se veía puro cemento) había quedado absorto como un niño al ver las sensuales piernas de su nana, pues algo increíble había sucedido: un rostro-cometa extraviado, había entrado en la conserjería, luego de mirar en todas las direcciones, el rostro finalmente había encontrado una ventana y en un vuelo fugaz había salido por ella para unirse a la bandada que recorría el cielo; el niño que había visto las piernas de su nana se había frotado los ojos como un extra en una mala película. 

 Todo Huanacoc se comportaba como si una nevada repentina los hubiese sorprendido, pues se agolpaban contra las puertas, y salían a las calles con el fervor de quien sale a armar muñecos de nieve o hacer angelitos sobre la acera. Mientras que en cada casa, uno de los que allí vivía, encendía la radio, para oír noticias sobre el fenómeno, pues uno no entiende la realidad que vive hasta que se la cuentan. Pero en lugar de escuchar la voz de la locutora oficial del noticiero, habían escuchado otra. Masculina, agónica, herida. Silenciosa. Suspirante

"Habitantes de Huanacoc", fueron las primeras palabras que aquella voz había pronunciado, luego suspiros, silencio, gruñidos, y finalmente, como la palabra que un escritor encuentra después de horas de reflexión, exacta, precisa y concisa, había sonado la expresión: "Despierten"; como con letras mayúsculas. DESPIERTEN. 

 Despierten. Resonaba el eco de la voz en las radios.

 Luego, con un doble esfuerzo, por hablar y por narrar con precisión, pues había poco tiempo de vida para el dueño de la voz, continuó: 

 "Esas almas que han visto volar, que intentan alejarse de Huanacoc..., van en procura de sus cuerpos, que reposan, en estado de coma, en algún lugar lejano, que incluso yo desconozco, pero que está fuera de Huanacoc..." De nuevo buscaba las palabras y la fortaleza física para continuar. "Ustedes están aquí en alma, aunque el diseño de Huanacoc sea tan perfecto que pueden sentir la solidez de sus huesos y hasta dolor... maldito dolor", murmuró, "pero estos no son sus cuerpos, son sus almas, almas que han sido despojadas de recuerdos, como lavadas por el río del olvido" Silencio, la voz radial se había sentido satisfecha con aquella comparación: la máquina del hospital, el río del olvido por el que pasan las almas antes de reencarnar, era una comparación correcta; "Han sido sometidos al río del olvido, y en lugar de sus verdaderos recuerdos, les han implantado otros. Todo para que sean marionetas en la gran obra teatral de Huanacoc. Despierten.

 DESPIERTEN

" Ya casi no había fuerzas en la voz, ahora se volvía susurrante: "Des-pier-ten. En El Hospital está la clave. En el subsuelo, y en el campo..., la antena... la gran antena de Huanacoc..."

 Luego de esto vino la revolución en Huanacoc, aunque John no sobrevivió para verla. Su cuerpo maltrecho por la pelea con Maniac cop y el ataque virtual a la bestia que manejaba, no había resistido. En la radio hubo un profundo y prolongado silencio.

 Pero Huanacoc estaba en vías de despertar. 

I love 80'sWhere stories live. Discover now