¿Qué hay afuera?

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El muchacho se queda mirando a Jules con un gesto un poco estúpido y otro poco sorpresivo. Después da unos pasos atrás y se sienta en un sillón, mientras sube los pies a una pequeña mesita. Saca un cubo mágico del bolsillo y juega con él.

 Jules se pregunta si el muchacho será sordo o simplemente estúpido. Nuevamente pone a prueba su oído.

─ ¿Podrías traerme unos cubiertos que sean de verdad? Los que me has traído no cortan ni una arveja.

  El muchacho le contesta sin levantar la cabeza de su juego. 

  ─ No nos permiten entregas cubiertos a los pacientes.

  ─¿Estoy en un psiquiatrico?─ pregunta Jules. 

 Silencio.

Entonces Jules recuerda que tiene un apetito voraz. Vuelve a sus esfuerzos por cortar la carne o por atrapar una arveja, o por retener un poco de puré. 

 ─ Realmente es más difícil que el cubo mágico─murmura, pero el muchacho no era para nada sordo, al oirla levanta la mirada. 

 ─ De acuerdo. Está bien, voy a ir por cubiertos que sean de verdad y luego me dejas seguir con este maldito juego en paz ¿de acuerdo?─se levanta y sale de la habitación. 

 Pero Jules volvió a sentir que el sueño la vencía. 

 "Resiste, Jules", se dijo, "Hay un chico guapo, a pesar de su look pasado de moda es guapo, y comida. Las dos cosas que te ponen feliz ¿y no puedes estarte despierta? ¿Qué es lo que pasa contigo, Jules?"

 Sintió que toda esa realidad de los 80's se desvanecía.

 Cuando el muchacho llega con los cubiertos, Jules ya está dormida. El muchacho vuelve a poner la bandeja sobre el carro, mira la comida, mira la puerta, mira los cubiertos que tiene en su mano, pincha y corta la carne, está jugosa. La chica ya no va a despertar, entonces el muchacho se come su comida.

 Cuando Jules despierta ya es la noche profunda. Su apetito es tan voraz como el de la mancha que devoraba humanos en una vieja película. Necesita ir por comida, piensa en pedir en el hospital y si no se la dan piensa salir a la calle para ir en busca de una cafetería en donde le sirvan al menos un emparedado. Al levantarse, pierde el equilibrio nuevamente, pero esta vez es peor, porque sus piernas están muy débiles. El trecho hasta la silla en la que se encuentra su chaqueta le resulta difícil. De la chaqueta saca algo de dinero. 

 Sale al pasillo. Al final de este se encuentra la recepción y luego una doble puerta de vidrio. Para ser un hospital es un lugar demasiado tranquilo, piensa Jules. Se detiene en una de las puertas del pasillo, la puerta está entreabierta y desde el interior se escucha una canción, Jules reconoce los acordes de Still of the night de Whitesnike. Empuja la puerta, sobre la mesa hay una chica con la pollera levantada de modo que se ven los portaligas de sus medias, de pie un chico se quita la remera a toda prisa, un pequeño ventiladorcito sobre la mesa les da aire. 

 Jules siente que la noche es muy calurosa. 

 Continua su camino hasta la compuerta pero cuando la empuja suena una alarma. Enseguida siente la presión de una mano que la retiene. 

 ─ ¿A dónde crees que vas, chica?

 Alicia no se sintió tan fuera de lugar en el país de las maravillas como ahora se siente Jules en este raro lugar. La chica que la retenía lucía un espinoso flequillo de color verde que contrastaba con el violeta del resto de su pelo y además usaba llamativos broches dispersos por su pelo. Jules recordó que había visto a... ¿quién era la estrella que usaba ese look en los 80´s?

 La mujer lleva a Jules hasta un sillón. 

 ─ Oye, chica, ¿por qué quieres complicarme la existencia? Allá afuera es un infierno, mira cómo vas vestida.

─Estoy muriendo de hambre.─confiesa Jules.─No he comido en todo el día.

─Oh, chica, lo siento, creí que habías comido al mediodía, pero de seguro ese hijo de perra del turno del mediodía se comió tu comida. Voy a traerte algo, ¿De acuerdo?

 "¿Blondie, Cyndi Lauper?", se pregunta Jules. "¿Quién usaba el pelo de esa manera?"

Al rato la mujer le trae una bandeja con comida. Y mientras Jules come le pregunta:

─¿Por qué has dicho que allí afuera es un infierno?

─Ya sabes, el último aliento de un verano infernal, las pandillas, ¿Has podido ver Moonwalker?

─¿Moonwalker?

 ─Sí, esa película de Michael. La que está en el cine.

 ─¿Michael? ¿En el cine?

 La chica saca de su bolsillo una caja de chicles Adams, se mete uno en la boca, hace un globo y lo pincha con una de sus coloridas uñas.

─Sí, ya sabes, como en Bad, enfrentamiento de pandillas y eso. Así están las calles en Huanacoc por estos días, no es conveniente que salgas así vestida, aunque no creo que resultes muy atractiva con ese look.

 Jules ha terminado su plato y la gelatina verde con trozos de banana.

─¿Estás lista para volver a tu cuarto? Puedo darte algunas revistas, ya sabes, para que te distraigas, ¿de acuerdo?

La chica sacó de su escritorio unas cuantas revistas Pelo, Vogue, y hasta una teleguía.

─La teleguía es de la mujer del otro turno, pero en esta salieron unas buenas fotos de Patrick.

 ─¿Patrick?, pregunta Jules. 

 ─ Swayze, niña, ¿vives en un frasco o algo por el estilo? Oye, chica, vino a verme mi chico, podrías hacerme el favor de volver a tu habitación. Mañana pasaré y hablaremos un rato, te traeré revistas nuevas y te presentaré en la terapia de grupo.

 ─De acuerdo dijo Jules─ y aunque siente mucha curiosidad por eso de la terapia de grupo, prefiere no preguntar.

 Ya en su habitación, se acerca a la ventana y la abre. Desde la calle le llegan los ruidos de la jungla de cemento: algunos gritos desaforados, sirenas de patrulleros o ambulancias, ve como en la calle cae un repartidor de pizzas en su moto, algunos se acercan pero en vez de auxiliarlo abren la caja y se llevan las pizzas. 

 "Welcome to the Jungle", piensa Jules. Se siente a salvo dentro de aquel extraño lugar. Pero sabe que en algún momento tendrá que salir a esa jungla. 

I love 80'sWhere stories live. Discover now