Epílogo

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 Sí, una lluvia de cristales cae sobre Jules. Mientras las camareras están refugiadas debajo de las mesas. Pero Jules se ha quedado quieta, como los maniquíes de la cueva de David. Quieta. Solo su pelo rubio se mueve por la ráfaga de la explosión. 

 Cristales llueven sobre Jules, como al principio de todo llovieron los cristales del parabrisas de la camioneta. 

 Cristales llueven sobre Jules. La bella durmiente en su cripta futurista despierta por la voz del príncipe. ¿John? ¿Su voz? Sí, es la voz de John. Persistente. Abre los ojos, Jules. Jules, abre los ojos. Vamos Jules, open your eyes. Al menos Jules ya escucha ¿Qué esperas, Jules? Abre los ojos. No grita, la voz de John es un grito suave, silencioso. Jules ha sentido una lluvia de cristales cayendo sobre ella, ¿los cristales de la cafetería? ¿los de la camioneta? No, los de la cripta. Abre los ojos, pero el sueño la vence y vuelve a cerrarlos. La voz no se da por vencida, esperanzada, Jules vive. La voz ha hecho una pausa, seguro que su dueño sonríe, sonríe feliz de ver que su amada está viva. 

 Viva, murmura Jules. 

 Abre los ojos por segunda vez, nunca los parpados pesaron tanto. Y hay cristales sobre su cuerpo. La visión que Jules durante ese instante es sumamente extraña. Ha visto el techo, pero no es un blanco techo de hospital. 

 ¿Dónde estoy?

 El techo le recuerda a la visión que desde la lejanía tuvo de la Cueva-Cerebro de Huanacoc. 

¿He vuelto a Huanacoc, estoy nuevamente en la sima de la Duna, viendo la cueva?

 No, abre nuevamente los ojos, pero no puede fijar la vista. En el techo parece latir un gran cerebro luminoso. Cables se conectan a él, como nervios. Eso es lo que cree ver Jules. Pero abre os ojos de nuevo. Lo confirma. Sobre el techo late un gran cerebro. Cables como nervios se conectan a él. 

 Despierta Jules. Estás de nuevo en el mundo. 

¿John? ¿John eres tú? 

 Pero como las personas que creen estar despiertas y realizando las primeras actividades de la mañana pero en verdad siguen durmiendo aquellas palabras no salen de la boca de Jules. Luego de un momento, vuelve a abrir los ojos, puede mirar su torso. Se encuentra este lleno de cristales.

  Estoy dentro de una cripta, como Blancanieves, piensa. Cuando intenta mover su cabeza, nota que hay una corona rodeándola. ¿Una corona? 

 No hay mucho tiempo, Jules. 

 Entonces su despertar es intempestivo. Decidido. Furioso. El recuerdo ¿o el sonido? de la canción All the young dudes le ha dado fuerzas. 

 Entonces... 

  Con sus manos retira el casco. Pero el casco está fijado, no es el casco lo que está sobre su cabeza, sino que es su cabeza la que está dentro del casco, por lo tanto es ella quien debe moverse, salir del casco. Levantarse. Y así lo hace. Su cripta ha sido destruida. John conserva entre sus manos el matafuegos con el cual la destruyó. 

 ─ Estás despierta, Jules. ─Sonríe John, aunque hay lágrimas de angustia en sus ojos. 

Jules trata de ubicarse. Sí, sobre ella, en el techo del salón en el que se encuentran, sigue latiendo el gran cerebro de luces cambiantes. Varios cables como nervios del sistema nervioso central llegan hasta Él. Jules nota que uno de esos cables (nervios) sale del casco que ella llevaba puesto, un largo cable va desde su casco hasta el cerebro..., 

 ─Eso significa que mi cerebro estuvo conectado a ese gran cerebro.─Jules habla consigo misma─¿Qué monstruosidad es esta?

 ─El mundo, Jules. 

 No solo el cerebro de Jules (por medio del casco) había estado conectado al gran cerebro. Hay otros cables, muchos otros cables que salen de diferentes criptas. Hay muchas criptas más con muchos durmientes , muchas Jules, muchos Johns  hibernando dentro de aquellas criptas, con sus cerebros conectados al gran cerebro por medio de los cascos. 

 ─Debemos despertarlos, John, también a ellos debemos despertarlos ¿no lo crees?

 ─No, Jules. Creo que cada uno debe despertar por sus propios medios.─Los ojos de John no se despegan de los de Jules. ─Estamos despiertos. Nuevamente. 

 ─¿Ya no estamos en los 80?

 ─No.

 ─ ¿Y nuestros recuerdos? ¿Nuestras identidades?

 ─ Acabamos de despertar, Jules. Enseguida lo recordaremos todo. Nuestras mentes deben readaptarse al mundo real. Vamos, Jules. Ahora debemos salir de aquí. 

 Entonces, John, nuevamente extiende su mano. Es entonces cuando Jules vuelve a sentir el desconcierto de Chuang Tzu; y vuelve a sentirse como el ratón en la rueda. Pero la voz de John está ahí. Diferente a la voz que tenía en Huanacoc, hay algo diferente en todo esto, piensa Jules. Supone entonces que esa diferencia debe ser La realidad. John dice:

 ─Una alarma silenciosa debió activarse, Jules. He destruido tu cripta. Vendrán por nosotros.

 Jules ve otra cripta cercana destruida. Increíblemente, John había logrado destruirla desde adentro. La voluntad de John era decididamente inquebrantable. Ahora su mano aguarda. Jules la toma. Aparta los cristales que hay sobre su torso con la mano libre. Sale de la cripta. Ahora está de pie frente a John, de la misma manera en que lo había estado en aquella habitación de El Hospital. En aquella ocasión la ventana había estado abierta y afuera brillaban los relámpagos de una tormenta que se avecinaba. Pero ahora, en este salón no hay ventana que de siquiera un indicio del mundo exterior. 

 El beso es diferente. Tal vez no sea tan bueno como el que se han dado en Huanacoc, o tal vez sea mejor. Tal vez la diferencia sea eso que llaman realidad, piensa Jules. Se demoran, en varios besos. Una pausa. Hay que continuar. Entre una gran multitud de criptas marchan tomados de la mano, el paso es decidido. El objetivo es una doble puerta de ascensor. La mente de Jules se encuentra vacía de preguntas y de recuerdos. Espera que todos lleguen de un momento a otro. 

  Como las habitaciones del castillo del Príncipe Próspero en La máscara de La muerte roja, también las luces de este laboratorio cambian de color; pero ahora parece haberse estancado en una tonalidad azul. Al costado de la doble puerta hay un botón rojo. John lo presiona con toda la palma de su mano. Pasan unos segundos y tras un sonido metálico las puertas se abren. El ascensor está vacío. John y Jules entran. Tomados de la mano. Las puertas se cierran.


                                                              ¿Fin?

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