Capítulo III

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Jennie

Perversos pensamientos.

No podía apartar la vista de sus ojos oscurecidos, que bajaban desde mis labios a mis clavículas y seguían bajando sin descaro alguno. Como si no le importase quien la viera y quien se asqueara. Como si supiera el efecto que estaba causando en mi... Y eso me encantaba como nunca antes.

—Respondeme, Jennie —ordenó.

—No —trague inútilmente el nudo que se estaba formando en mi garganta—. Me gusta que estés aquí. No me molesta.

—Bien —murmuró.

Su mano se alzo y se pozo en mi mejilla. Su tacto era cálido contra mi piel y me hizo estremecer. Mi cabeza daba vueltas de las sensaciones que mi cuerpo inevitablemente sentía, y los estragos en mi estómago eran incontrolables y rebeldes. Su dedo pulgar acaricio mi mejilla, hasta llegar a la comisura de mis labios y acariciar allí levemente.

Yo sabía que estaba mal dejarme hacer eso, y en sus ojos veía que aquella sabia que estaba mal. Pero también veía que lo hacía porque sabía que me encantaba, que me gustaba su mínimo roce sobre mi, y todavía no la conocía a fondo. Eso era lo que más me asustaba y me maravillaba al mismo tiempo. La manera en la que ella podía causar tanto en tan poco tiempo... No quería imaginarme lo que sería en unas cuantas semanas.

—Eres hermosa, Jennie —una sonrisa comenzaba a cubrir su rostro, mientras sus ojos estaban posados en mis labios.

Se acercó y dejó un fugaz beso en mi frente, para alejarse a penas un paso. Me sorprendio la manera en la que sabía aguantarse tan bien; Notaba su deseo en sus ojos a distancia. Y, eso que ella era una mujer inexpresiva. Y admito que siempre he sido deseada por un incontable número de personas.... Pero especialmente ella me hacía sentir en otro mundo. Como si esa mujer no perteneciera a esta galaxia.

—¿Estas incomoda con esa ropa? —asentí. Pero no porque me sintiera incomoda con ella, si no porque mis perversos pensamientos me gritaban que la de cabello cobrizo me arrancara la ropa con sus audaces manos—. Cámbiate y baja. Debes tener hambre.

Sabia que tenía la oportunidad de decir que me sentía bien con esa ropa, y que no iba a bajar solo porque ella me lo ordenara. Pero ese era el punto; Fue ella quien me lo ordenó. Y la manera tan superior y autoritaria en que lo dijo, me hizo sentir diminuta y atraída fuertemente hacia la mayor. Tanto que decidí seguir el lado pervertido y aceptar mientras callaba mis protestas que haría lo que ella me pedía.

Ella adentro las manos en sus bolsillos, sus ojos indicándome que la obedeciera. Cruce por su lado nerviosamente para subir escaleras arriba casi que corriendo. Llego a mi habitación y me encierro, me encantaría tener a alguien a quien decirle todo lo que Lalisa me hacia sentir. Ese es el único pensamiento que ronda por mi cabeza. Y, en el mejor de los casos aquella persona hubiese sido ni adoraba Jisoo, pero para mi mala suerte esta ya conoce a la de cabello cobrizo.

Sin mediar palabra me adentre en el armario para vestirme más frescamente. Un top blanco y unos pantalones de pijama rosados cortos. Mi cabello antes suelto ahora iba en un moño desordenado. Me acerqué al cuarto de baño para lavarme la cara y así aclarar algo mi mente, aunque de nada allá funcionado al menos lo había intentado tal y como me había dicho Nayeon si me sentía nerviosa... Oh, no, esto me lo dijo Jimin, Nayeon me dijo que rezara tres aves marías.

Perversión y Lujuria (Jenlisa G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora