Perversión y Lujuria (Jenlisa G!P)

Capítulo XIII

Lalisa

Hora de investigar.

Me levante cuidadosa y silenciosamente de la cama ajena, tomando del suelo mi ropa mientras me escabullia hasta el cuarto de baño con discreción absoluta, con tal de no sacar a Jennie de sus sueños; era raro que alguien como yo pensara, no querer perturbar los sueños de una dulce muchacha.

Me adentre en el cuerto de baño y cerré detrás de mi en silencio, soltando un largo y sonoro suspiro de alivio cuando estuve encerrada a salvo dentro de aquel reducido espacio. De manera rápida me cambié con ropa que tenía ayer, y me acerqué al lavabo para verme en el espejo. Mi cabello estaba completamente desordenado, y mi rostro ligeramente hinchado seguramente porque acababa de “despertar“, y ojeras bultosas debajo de mis párpados debido a no dormir toda la noche.

Suspire y comencé a rebuscar entre alguno de los cajones algún cepillo dental, pues los adinerados siempre tiene uno de repuesto, ¿No?... Y bingo, en un cajón había uno recién comprado junto a una pequeña pasta de dientes. Lo tome en mano para cepillarme, y rápidamente me lave el rostro para despejar todo rastro de sueño que pueda perturbar mis planes en el día de hoy. Pues se había acabado la hora de diversión, ahora era hora de investigar quien estaba detrás de querer arruinar mi victoriosa empresa.

Suspire viéndome en el espejo, pase mis manos por mi corta cabellera y así arreglarla sin tener que hacer tantas maniobras. Cuando note que se veía más presentable, gire sobre mis talones y tomé el pomo de la puerta, girandolo de manera delicada para abrir la puerta despacio. Que gran sorpresa habrá de haber sido la mía cuando mis ojos se fijan de que la pequeña figura tierna de Jennie no está enrollada debajo de las cobijas.

Frunci el ceño y apreté los puños acercándome a la cama, tome las cobijas en la mano y las tire hacia un lado. ¿A donde se había ido?, ¿como se había levantado sin hacer el mínimo ruido?, apreté la mandíbula imaginando a donde se habría podido ir. Dispuesta a salir para buscarla, me di la vuelta, soltando una expresión de sorpresa y sobresaltandome al encontrarla a unos metros de distancia de mi, saliendo del armario.

En silencio, me dedique a detallarla. Acababa de salir del armario seguramente para cambiarse y tapar su desnudez; Pues ahora llevaba una camisa negra algunas tallas más grande que ella, con estampado de rapero en el centro. Su cabello estaba desordenado ocultando su vista, y sus pies estaban descalzos tocando el frío suelo, con una de sus manos alzadas con sus dedos estrujaba su ojo mientras bostezaba con las cejas arqueadas. De más esta decir que Lalisa Manobal se había muerto de ternura al ver aquella imagen, y, me enfureció además de todo, reconocerlo.

—Pensé que te habías ido, Lisa —murmuró con la voz ronca, alejando la mano de su rostro para dejarme ver aquellos lindos ojos oscuros y felinos. Comenzó a acercarse a mi, y, por no parecer una rara que se empezaba a asustar por sus propios sentimientos, no salí volando de ahí.

—Estaba dentro del baño... Yo pensé que tú te habías ido —señale, ya estaba completamente cerca de mi, aún manteniendo una distancia prudente entre las dos.

—¿Y... Ya te vas? —inquirió llevando sus manos a su espalda para seguramente jugar con ellas, mientras ladeaba la cabeza. Asentí con la mía—. ¿Tan pronto?, ¿a donde vas, tiene que ver con el trabajo?, nunca te fuiste tan rápido antes.

—Tengo que resolver algunos problemas, Jennie. Sabes que no debes emprometerte más allá de lo puedes dentro de mi vida, y tu si tienes un límite que no debes de cruzar—fui franca, ella pareció sorprendida y lastimada por la manera en la que le reclame.

—Pero yo te conozco, ¿no?

—No. Solo conoces lo que has escuchado de otras personas o lo que te he dicho, y solo te he dicho lo que quiero, y las personas solo saben lo que yo quiero.