Capítulo X

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Lalisa

Sus abrazos.

Ella estaba desconcertada por mi acción, pero conmovida con una sonrisa tierna que hizo mis mejillas calentar. Puesto que le había pedido, o más bien suplicado, que me dejara quedar con ella hasta que se me pasara. Y ella decidió no hacer preguntas, y se lo agradecí internamente, y también agradecí que me rodeará con sus abrazos para que el enfado—según ella—disminuyera.

Y se que no se lo voy a decir nunca, pero sus abrazos son esa calidez que necesito para calmarme. Esa calidez que desconocía porque nunca nadie me había brindado paz interna o tal vez mental por unos momentos, y, con ese simple gesto ella me lo dedico con paciencia. No le importaba si me removia incomoda mientras acariciaba mi espalda con cariño, o si murmuraba barbaridades en su oreja con tal de escapar, cuando en realidad lo que menos quería es que ella me dejara ir de sus cálidos brazos.

Mi corazón latía frenéticamente en mi pecho amenazando con salir flotando y destellando de amor de este, mis manos sudaban como casi nunca se lograba ver de mi, y me sentía terriblemente nerviosa delante de esta menor. ¿Como había llegado a tanto?, si para mi cierta muchacha no tenía importancia en mi vida, solo que de alguna u otra manera respetaba la relación que teníamos; Sin follar con ninguna otra mujer.

¿Entonces por que estoy aquí como una niña pequeña, llorando por quedarme entre sus brazos?, eso es algo que hasta yo quería descubrir. ¿Como había logrado esta simple muchacha hacer latir mi corazón más rápido de lo normal?, debo de admitir que la menor tenía un cuerpo de morirse y una sensualidad de suspirar, y, cierto que siempre había tenido un fetiche con las chicas de ese estilo, pero también repudiaba a las chicas tiernas... Y Jennie tenía esas dos facetas. Y se había ganado mi aceptación por las dos.

—¿Ya estas más calmada? —su voz cantarina y melosa me saco de mi trance, aquella joven acariciaba mi mano con gentileza mientras una sonrisa decoraba su lindo rostro.

—Si —me limite a decir, luego de unos instantes en silencio—. ¿Me va a dejar? —Pregunté con un destello de terror cuando note sus intenciones de levantarse.

—Voy por algo de comer, ¿quieres algo? —declaró, trague saliva mientras mis ojos morbosos no podían notar nada pervertido en ella—. Si te preocupa que me vaya, tranquila, voy a volver.

Deje mis ojos anclados a los de ella por unos momentos, antes de que ella girará con sus talones, dándome la espalda y caminando para luego salir de mi campo de visión. Suspire sonoramente y me deje caer en la amplia y suave cama. ¿Qué había pasado con mi lado pervertido?, ¿acaso estaba desapareciendo desde que conocí a esta mujer?, solo esperaba que no con mucho empeño.

De un salto salí de abajo de las cobijas que me habían atrapado en aquella suave cama, me dirigí al espejo de cuerpo completo que habitaba en aquel espacio. Note mis mejillas teñidas de un rojo carmesí y sentí mis manos comenzar a sudar, estaba nerviosa por esa joven, y yo nunca me sentía nerviosa, yo hacía que las personas se sintieran nerviosas. Y me estaba enfureciendo con esa menor, por estarse metiendo en mi vida sin yo pedírselo. ¿Por qué tuve que apoderarme de su cuerpo aquella vez?, si no lo hubiese hecho no estaría en esta situación, no la hubiese seguido buscando; No debí respetarla y follarme a otra mujer con tal de hacerla sufrir.

La puerta de la habitación se volvió a abrir dejando ver a la castaña nuevamente con una sonrisa en el rostro que achicaba sus ojos felinos.
En sus manos llevaba una bandeja con pan tostado, jugo de limón, donas y brownie. Enarque una ceja inevitablemente con una risa interna acumulándose en mi estómago revuelto.

Perversión y Lujuria (Jenlisa G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora