Sus besos se desbordaban con la intensidad de sus movimientos, me preparaba para estar húmeda, no podía evitar gemir cada vez que apretaba su duro cuerpo con el mío.
Las venitas resaltadas alrededor de sus ojos me dieron el aviso, estaba por morderme y lo hizo, solté un quejido y succionó, el roce de sus labios en combinación con su piel helada era espectacular, una sensación salvaje que era difícil de describir con exactitud, la adrenalina y la excitación dominaban mi cuerpo.
Gastón tomaba sangre con voracidad, como si hubieran pasado siglos de haberse alimentado, su espalda se tensaba, sus músculos se volvieron de concreto y gemía con vehemencia. Su fuerza me aplastaba, pero no podía evitar el golpe de satisfacción por hacerlo sentir algo.
Se detuvo, se liberó de mí y me dio mi tiempo. Buscó vendas para ocultar la herida una vez que la limpiara.
De pronto, algo en su mirada llamó mi atención, parecía pensativo, más analítico de lo normal.
—Estoy bien, tranquilo.
Me lanzó una mirada fugaz.
—Sé que lo estás, sé cómo morderte —hizo una pausa después de ese comentario arrogante y volvió a mirarme—. Maddy, acabando tus estudios ¿Quieres que nos casemos?
Joder.
—Eh...
—Tal vez no sea el momento, pero quiero las cosas claras. Deseo que seas mi mujer y tener hijos contigo. No he querido presionarte por lo de Max, solo necesito saber qué piensas.
No estaba segura.
—Bueno... quiero estar contigo.
—Estás conmigo —remarcó algo muy obvio.
—Acepté casarme contigo.
—Pero ni si quiera hemos visto nada de la boda por tus estudios. Tampoco sobre nuestros hijos y mucho menos sobre hacerte vampiresa. Prometí no presionar sobre esos temas y de darte tu tiempo, maldición, pero si la vida como inmortal no me mata la espera sí lo hará.
¿Me estaba haciendo berrinche?
—Bien, podemos empezar a verlo cuando me gradúe y falta poco para eso.
Se sentó frente a mí en la cama y me sujetó las manos para besarlas, era una acción muy dulce de su parte, me mostraba la vulnerabilidad de sus sentimientos y me hacía sentir lo más importante para él, era una manera de cuidarme y tomarse el tiempo para apreciar los pequeños detalles de su amor.
—¿Quieres algo para tu cumpleaños?
Arqueé las cejas.
—No me pongas esa cara de sorpresa —amenazó con seriedad—. Sé muy bien que se acerca tu cumpleaños número veinticuatro. ¿Qué deseas? Solo tienes que decírmelo y te lo cumpliré.
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3° El amo del desastre
VampireTomo III Con la llegada de un nuevo inquilino, Maddy se encuentra en un dilema entre ayudar a su hermano Max a convertirse en un vampiro centrado para pronto unirse a su nueva raza y entre abandonar toda su humanidad; pues una parte de ella como Dr...