Capítulo 29. Enemigos

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Las imágenes de Max estaban en las noticias del país, Gastón se las ingenió para que se proyectaran de manera normal, como la de cualquier ser humano, al igual que algunas de él

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Las imágenes de Max estaban en las noticias del país, Gastón se las ingenió para que se proyectaran de manera normal, como la de cualquier ser humano, al igual que algunas de él. Hasta donde sé. El vampiro tiene un equipo de ingenieros a su disposición para controlar las imágenes con cámaras y vaya que se miraban muy reales, Max lucia como siempre y Gastón como yo lo veía, altivo, elegante, peligroso y con mucho poder.

Max quedó en segundo lugar y mucha gente reconocía su logro en su primer año de competencia. Una infinidad de periodistas querían entrevistarlo, pero solo los que Gastón aprobaba lo hacían, quiero pensar que es porque ellos conocían la dinámica siniestra del vampirito.

Pasó una semana desde el éxito rotundo de la RCC, y Max descansaba luego de un arduo trabajo como nuevo piloto de la marca de carreras de autos de Gastón. Constanz y él pasaban más tiempo juntos, incluso Max se dejaba pintar las uñas cuando ella quería probar un nuevo esmalte y no le convencía muy bien el tono. En otras ocasiones la pequeña vampiresa le pedía a Max que le leyera una de sus fabulas favoritas mientras intentaba descansar.

El amor inesperado y extraño surgía en ellos como la espuma del mar, no había duda de que ambos tenían una fuerte atracción y Max cuidaba de ella como si fuera una criatura frágil, y Constanz dejaba consentirse, olvidándose por completo de la existencia de Cortalenguas, quien todavía la evitaba.

Eran las cinco de la tarde cuando aparqué en el hospital donde me tocaría hacer el servicio en septiembre. La lluvia me había alcanzado a mitad de camino y saqué mi paraguas para cubrirme y proteger mi documentación.

Entré y el olor característico a gel, sanitizante y medicamentos combinados me golpeó en las fosas nasales, era un aroma del que nunca me cansaría, amaba el ambiente hospitalario aunque en muchas ocasiones fuera tóxico, cansado y exigente hasta dejarte en el suelo.

Esperé mi turno en la oficina que se encargaba de recibir la papelería para los nuevos internos. Sentada en la silla poco ergonómica presioné la carpeta con mis documentos, ni si quiera debería de estar aquí. Ser doctora tendría que esperar un tiempo en lo que cumplía mis objetivos con Gastón.

Estaba segura de la decisión que había tomado, casarme con mi vampirito, esta ocasión con amor verdadero, darle un hijo, su ego masculino de antaño no dejaba de pensar en lo reconfortante que sería tener un heredero de toda su fortuna.

Claro que quiero eso para Gastón, no imaginaba mi vida con hijos hasta que él llegó. De pronto un estremecimiento recorrió mi cabeza y mi nuca, logrando que me taladrara una punzada en la parte frontal de mi cráneo, joder.

Me levanté del asiento dispuesta a irme cuando algo en mi vista periférica llamó mi atención, un bulto oscuro al final del pasillo. Las paredes blancas del hospital daban un aspecto terrorífico cuando faltaban ventanas. Ese bulto fue tomando forma hasta que tuve que parpadear con más ímpetu para asegurar que lo que estaba viendo no era producto de mi mente.

3° El amo del desastreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora