Capítulo 41. La transformación de Maddy

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Valfart se convirtió en un lugar seguro y a la vez amenazante para nuestros enemigos naturales

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Valfart se convirtió en un lugar seguro y a la vez amenazante para nuestros enemigos naturales. Mis gárgolas eran los guardianes de todo el reino y se encargaban de preservar la seguridad de nuestra gente. Cada vez estábamos acercándonos a un objetivo más completo donde mi raza prosperara, donde incluso en las calles de mi reino se miraban niños corriendo con la ilusión de volverse criaturas inmortales algún día, dándoles una segunda oportunidad para su vida. Con el paso del tiempo los vampiros controlaban su sed debido a la sangre joven, fresca y poderosa, sin embargo, el anhelo de construir una familia era más fuerte que el deseo primitivo de beber sangre.

Mis hijos crecían y con ellos mi amor y mi protección para mantenerlos a salvo y hacer de ellos hombres rectos y... vampiros poderosos.

Keid, Carsten y Garth Le Revna, mis descendientes y los niños que hacían mis días mejores junto con mi esposa. Maddy se dedicó en cuerpo y alma a educarlos y ahora que tenían cuatro años era difícil mantenerlos quietos por lo intrépidos que eran en su manera única.

La brisa gélida acariciaba mi piel expuesta esa noche cuando salí al patio del castillo donde encontré a Martillo en su versión de dragón, sus ojos rojos y brillantes no los quitaba de encima de mis hijos, quienes tocaban con mucha emoción y curiosidad sus escamas; de repente gorgoreaba con hartazgo, pero sabía que jamás se le cruzaría por la cabeza hacerles el más mínimo daño.

—Keid, Carsten, Garth, más les vale que le hayan pedido permiso a Martillo de explorándolo de esa manera tan insolente —les advertí a esas pequeñas copias de mechones intensos como el oro. Voltearon a verme, eran muchos ojos color miel dirigiéndose a mí junto con esas sonrisas traviesas. 

Para tener cuatro años ya eran bastante inteligentes, Maddy se encargó de darles algo llamado estimulación temprana y para los dos años ya tenía dominado todo un vocabulario extenso de letras, números y formas, al igual que frases cortas que les permitiera una comunicación más fluida y correcta.

—¿Podemos montar a Martillo? —preguntó la voz angelical de Keid.

—Solo una vez, por favor —pidió Carsten.

—Tenemos que ganarle a mamá —agregó Garth—. Ella no ha podido montarlo.

Mi dragón se sacudió y gruñó a manera de protesta, el único que dejaba montar en su lomo era a mí por ser su amo, Martillo me pertenecía desde que llegó a este mundo y durante todo nuestro tiempo juntos era a mí a quien obedecía incondicionalmente.

—Cuando tengan edad para montar.

En eso, vi como Martillo rodaba los ojos como mejor le salía y bajó su cabeza.

—Solo por esta vez los dejaré subir a mí, amo.

Arqueé mis cejas ante la inusual decisión de Martillo, como criatura mitológica le tenía respeto, era un excelente elemento y en incontables momentos salvó mi vida. Sus ojos estaban puestos en mí y apenas sonreí.

3° El amo del desastreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora