Capítulo 31. Contra Tebras

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El cuerpo de Nora era perforado por la lluvia, podía ver como se iba descomponiendo de sus extremidades y su cabeza; una imagen atroz que deseaba borrar de mi mente

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El cuerpo de Nora era perforado por la lluvia, podía ver como se iba descomponiendo de sus extremidades y su cabeza; una imagen atroz que deseaba borrar de mi mente. Cortalenguas me ayudó a llevar la espada y me alejé de lo que quedaba de Nora.

—Fue muy valiente, mi señora. Qué manera de asesinar, por eso mi amo la eligió.

Miré a Cortalenguas y sonreí. La lluvia había parado y mis ojos se fueron a los enormes campos que formaban el patio de la mansión, mucho más allá donde la hilera de árboles frondosos le daban comienzo al bosque que nos rodeaba.

—Tengo que ir a buscar a Gastón.

Antes de dar un paso, Cortalenguas se interpuso, estiró sus brazos y con movimientos toscos negó con la cabeza.

—Eso no se va a poder, mi señora.

—Maddy.

—El nombre de Cortalenguas es Cortalenguas.

Esta gárgola lo que tenía de peligrosa lo tenía de inocente.

—Mi nombre —puse la mano a la altura de mi pecho—, es Maddy. No me digas mi señora ni nada de esas jerarquías incomodas, solo llámame por mi nombre.

Cortalenguas arrugó las naranjosas cejas y fue bajando los brazos.

—A mi amo no le gustará eso.

—Hay muchas cosas que no le gustan a tu amo, Cortalenguas.

Avancé, pero la gárgola volvió a plantarse frente a mí para impedirme el paso.

—Le sugiero que regrese al interior de la mansión, Cortalenguas se encargará de ir por el amo.

—Ledger y Tebras están aquí, no puedo dejarlo.

Quise tomar la espada, pero la gárgola la pegó a su cuerpo para evitar que se la arrebatara. Nos miramos, él abrió muy grandes sus ojos y parpadeó atónito.

—Cortalenguas.

—La orden de mi amo fue clara: Cortalenguas no debe de dejar que la señora Le Revna se escape de la mansión. Cortalenguas tiene que cumplir con esa orden. Cortalenguas es un fiel sirviente. El amo Gastón...

—Basta —tapé su boca con la palma de mi mano—. Entiendo que él sea a quien obedecen, pero soy su mujer y sé defenderme.

—Los amos Ledger y Tebras son peligrosos. Cortalenguas no dejará que se acerquen a mi señora.

Muy adorable de su parte.

—Si me das la espada creo que podré con eso.

No había nada que pudiera convencer a la gárgola de lo contrario. En eso, ambos nos dimos cuenta de la presencia del nuevo auto que Max había adquirido por su trabajo en la RCC, ahora era el dueño de un Bugatti negro.

3° El amo del desastreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora