Capítulo 7. Recompensa

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Esa noche en la oscuridad que reinaba en nuestra recámara, mi cuerpo estaba tentado a subirme a la montaña de musculoso que reposaba a mi lado, velando mi sueño

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Esa noche en la oscuridad que reinaba en nuestra recámara, mi cuerpo estaba tentado a subirme a la montaña de musculoso que reposaba a mi lado, velando mi sueño. Gastón se movió cuando notó que yo estaba por quedar encima de él y buscar esos carnosos y helados labios en las penumbras donde él se desenvolvía muy bien.

—Sigo esperando mi recompensa —mordí su labio inferior mientras mis manos viajaban por las crestas de su abdomen para hacer contacto directo de piel con piel—. Salió perfecta la cena de negocios...

Gastón soltó un gruñido grave y colocó las manos en mis muslos para después llegar a mi trasero.

—Asumí que estarías exhausta —su voz era una vibración gutural que estremecía todo mi ser—. Y decidí dejarte descansar.

¿Cómo era posible eso?

—No estoy cansada para ti.

—Entonces... ¿Me arriesgo a que quieras matarme en la mañana por no haberte dejado dormir?

—Eres un vampiro.

—Y tú una asesina.

—Excelente respuesta. Increíble ¿No? Dos enemigos naturales enamorados.

Gastón mostró una sonrisa muy sexi.

—No somos enemigos, Maddy. Nunca lo fuimos.

—Eso crees, te odié desde un inicio.

—Lo sé, podía sentir tu rechazo repugnante hacia mí —sus manos hacían algo mientras hablaba. Apenas me di cuenta de que se encontraban en mi entrepierna, haciendo a un lado mis bragas para tener acceso—. Pero se me da bien seducir para conseguir lo que quiero.

Sus dedos dibujaban círculos en mis pliegues y empecé a retorcerme.

—Y te quiero a ti —susurró muy cerca de mis labios para besarme lentamente mientras sus dedos seguían masturbándome—. Solo a ti.

Mi gemido fue amortiguado por sus labios, introdujo dos dedos lentamente y jadeé.

—Lo resolviste... bien —murmuré en un suspiro, mi concentración estaba en esos dedos dentro de mí que me nublaban el juicio. Joder, tocaba en el lugar exacto para hacerme convulsionar.

—Sí, Maddy, resuelvo lo que sea a como dé lugar.

De un movimiento veloz me colocó en la cama y se puso sobre mí, para introducir más profundo sus dedos. Tapé mi boca cuando un grito estuvo por escaparse y me encontré con la mirada letal y verdosa del vampiro.

Con su otra mano desabrochó mi bata para encontrarse con mis pechos y succionar de ellos. Carajo, su lengua hacia maravillas con mi piel, no me permitía descansar, mi cuerpo era tan débil que se retorcía ante el placer que me proporcionaba Gastón.

—Joder —chillé cuando sus dedos volvieron a tocar en ese punto para hacerme explotar. Gastón sabía exactamente donde acariciar para hacerme enloquecer—. ¡Gastón! No... no puedo más... ¡Voy a...!

3° El amo del desastreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora