-No creí que te dormirías tan fácilmente, pequeño idiota.
Hyun Jin sintió una punzada de culpa en su pecho mientras sus dedos se deslizaban por el suave muslo de Jeong In. El menor estaba aferrado a él como un koala, con la espalda apoyada en el escritorio, mientras el mayor fingía estar ocupado con unos papeles, ignorando al adolescente que roncaba levemente sobre su cuerpo.
Su plan de seducirlo y hacerlo suyo se había frustrado cuando, al girarse para enfrentarlo, Innie ya se había quedado dormido. Antes de caer en los brazos de Morfeo, le susurró a Hyun Jin que se sentía seguro con él, algo que hizo que el mayor deseara protegerlo. Sabía que estaba mal, pero es que ese chico lo hacía sentir de mil formas diferentes, hacia que él salga de sus frías facetas queriendo sonreír y amar a todos todo el tiempo, con él sentía que podía ser él mismo sin esconderse, se sentía feliz y en paz, todo parecía más fácil y sencillo a su lado. Pero ¿Por qué las cosas habían cambiado tanto? Desde que lo conoció, sólo quería acostarse con él porque le fascinaba su delgado y pálido cuerpo, ¿por qué ahora no quería hacaerle daño y sólo quería darle cariño y protegerlo de todos?
Un trío de golpes en la puerta lo sacó de su ensimismamiento. Supo que era la secretaria y sintió un nudo en el estómago. No quería despertar al joven que dormía plácidamente sobre su hombro con un grito, pero tampoco quería que se levantara y lo viera en aquella situación tan comprometedora.
Los golpes se repitieron con más insistencia y el chico se revolvió, abriendo los ojos con pereza. Frotó sus párpados con las manos y bostezó como un cachorro, arrancándole una sonrisa tierna a Hyun Jin, que le acarició el cabello con suavidad.
-Quizás sea la secretaria... -susurró Hyun Jin, procurando que no lo oyera.
Jeong In tardó unos segundos en comprender, pero cuando lo hizo, su boca se abrió en una expresión de sorpresa y pánico. Se incorporó de un salto, tambaleándose, y se dirigió al ventanal con un libro en la mano, fingiendo que lo leía con interés.
-¡Pase! -exclamó Hyun Jin, alzando la voz. La mujer entró en la oficina con nerviosismo.
-La señora Yang le ha dejado un recado -le tendió el celular de la empresa y Hyun Jin se sorprendió, pero lo disimuló.
La chica echó una mirada furtiva a Jeong In, que tenía la ropa arrugada y parecía que se iba a caer de pie, y sonrió con malicia.
-¿Acaso necesita que le ponga un cartel de salida? -le espetó Hyun Jin, fulminándola con la mirada. Resopló con disgusto mientras la chica se inclinaba en reverencias hasta salir de allí.
Yang se acercó a él mientras él cogía el celular en su mano y pulsaba la pantalla para escuchar el mensaje de voz de su esposa.
《Volveré a casa alrededor de las doce del mediodía y espero que tengas una buena excusa por la que Jeong In haya faltado a clases, o si no, ¡Dormirás en el sofá!》
La risa de Hwang resonó por toda la habitación, contagiando a Jeong In, que se unió a él con una sonrisa. Nunca lo había visto reír así, con tanta alegría y soltura, como si no hubiera nada más en el mundo que les importara. Al final, Hwang se secó una lágrima que se le había escapado por el rabillo del ojo, producto de las carcajadas.
Hwang se levantó de repente y se plantó frente a In, con el rostro encendido como un tomate. Lo abrazó con fuerza, meciéndose de un lado a otro. Jeong In se sorprendió por el gesto, pero lo correspondió con ternura.
Tomó las manos de Jeong In entre las suyas y las acarició con delicadeza, para después llevarlo al sofá.-¿Puedo besarte... -miró su reloj- una hora y treinta y seis minutos? -calculó el tiempo que le quedaba antes de tener que volver a casa.
Jeong In se encogió de hombros con inocencia.
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Pastelito Travieso || HyunIn
FanfictionJeong In siempre odió a su madre por olvidarse tan pronto de su padre y casarse con un extraño. Un extraño que resultó ser Hwang Hyun Jin, el arrogante y poderoso magnate del petróleo. Hyun Jin no tenía escrúpulos en aprovecharse de Jeong In, besánd...