Min Ho mantenía su mirada fija en los ojos del paramédico, buscando respuestas en su expresión. La angustia lo oprimía, y cada palabra del hombre frente a él parecía cargar con un peso insospechado.
—Escúchame, Min Ho —dijo Daniel, su voz suave pero tensa—. Esto... esto es peligroso.
El contraste entre su tono calmado y su apariencia de chico malo desconcertaba a Min Ho. ¿Por qué un paramédico tendría que preocuparse por él? ¿Acaso sabía que era uno de los propietarios de la empresa petrolera más poderosa del mundo? La confusión se reflejaba en los ojos de Min Ho mientras intentaba descifrar las palabras del hombre.
—En su momento, esto fue realmente peligroso —continuó —. Pero hoy, esas personas ya no están. Sin embargo, no puedo asegurarte que no haya secuaces malvados acechándonos. Nos vigilan día y noche sin descanso.
Min Ho frunció el ceño. ¿Quiénes eran esas personas malvadas? ¿Por qué lo estarían vigilando? Y, sobre todo, ¿qué significaba que ya no estuvieran pero que sus secuaces aún acecharan?
—Sé que eres una buena persona —dijo Min Ho, apoyando su mano en el muslo del paramédico, como forma de consuelo.
—Por eso debes ayudarme. Descubrir la verdad detrás de todo esto es lo correcto, Daniel.El paramédico asintió, tomando ambas manos de Min Ho con firmeza. Sus ojos reflejaban determinación y miedo a partes iguales.
—Ese día, cuando ocurrió el accidente, no fue realmente un accidente —explicó el paramédico—. Fueron frenos cortados, carreteras mojadas y resbaladizas. El conductor se responsabilizó de todo de manera extraña, como si supiera que estaría mejor dentro de prisión. Pero esto no acaba aquí. Hay un trasfondo tenebroso, y debemos encontrar al responsable.
El corazón de Min Ho latió desbocado, cómo era eso de que fueron frenos cortados en el accidente de su esposo? Eso no lo incluyeron en los archivos, en la investigación, ¿por qué le ocultaron la verdad? ¿Por qué y quién fue? Min Ho sintió sus ojos arder por las lágrimas y el descubrimiento, o más bien, la comprobación de sus sospechas: no fue un accidente, fue un asesinato. La muerte de su esposo fue planeada y no coincidencia.
Min Ho lo miró con inseguridad. Las palabras del paramédico resonaban en su mente, pero la incertidumbre lo atormentaba. ¿Podía confiar en él? ¿Qué oscuro secreto se escondía tras el accidente? La verdad estaba cerca, pero también lo estaba el peligro. Min Ho decidió quedarse, dispuesto a luchar junto a Daniel en busca de respuestas.
El personal de salud, con la mirada fija en un punto inmutable del suelo, se esforzaba por desentrañar los recuerdos de aquel fatídico día del accidente. Cada detalle, cada sombra, cada eco de la tragedia se aferraba a su mente como enredaderas de incertidumbre. A pesar de su excepcional memoria, el paso del tiempo había dejado huellas en sus recuerdos, como las olas que erosionan la costa de un acantilado.
La sala de emergencias, impregnada de luces frías y el aroma a desinfectante, se desplegaba ante él como un lienzo de dolor. Las voces vapresuradas, los lamentos silenciosos, los rostros desfigurados de los heridos... Todo se mezclaba en un torbellino de imágenes y sonidos. Pero había algo más, algo que había pasado desapercibido en aquel caos.
Y entonces, como un eco lejano, resonaron las palabras de un desconocido:
"Oiga disculpe, soy Jun Seo, Lee Jun Seo. Soy familiar directo del recién ingresado Cha Eun Woo y vengo a reclamar sus pertenencias."
El paramédico recordó la escena con nitidez. El hombre, de edad avanzada y voz egocéntrica, había solicitado algo tan trivial como unos papeles. No todas las pertenencias, solo aquellos documentos que le había encargado. La indiferencia con la que hablaba sobre su "familiar directo", sabiendo que Eun Woo ya había fallecido, lo había perturbado profundamente. ¿Acaso los papeles valían más que una vida?
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Pastelito Travieso || HyunIn
Fiksi PenggemarJeong In siempre odió a su madre por olvidarse tan pronto de su padre y casarse con un extraño. Un extraño que resultó ser Hwang Hyun Jin, el arrogante y poderoso magnate del petróleo. Hyun Jin no tenía escrúpulos en aprovecharse de Jeong In, besánd...