Habían transcurrido varios días desde aquella cena memorable. Jeong In, liberado de las obligaciones escolares durante las vacaciones, se permitía despertar más tarde de lo habitual. A pesar de su madre, quien rara vez expresaba gratitud por su ayuda en los quehaceres del hogar, Jeong In continuaba colaborando con tesón. Sin embargo, ese día era diferente.
Al alba, Jeong In se levantó sintiendo la ausencia de su madre. Como siempre, ella había salido a trabajar sin dejar rastro ni despedida. El reflejo en el espejo le devolvió la imagen de su cabello negro y lacio, tan monótono y triste como su vida. Las burlas de sus compañeros de clase resonaban en su mente: “cuervo”, “bruja”. Aquellas palabras habían dejado cicatrices invisibles en su autoestima.
Decidido a cambiar su destino, Jeong In eligió una ropa más elegante y se colgó la mochila al hombro. Las calles, grises y frías, lo llevaron hasta una peluquería con un llamativo cartel: “Cambio de look radical, solo hoy, 50% de descuento”. Sin titubear, cruzó el umbral, ansioso por encontrar algo que le devolviera la esperanza perdida.
La peluquera, con una sonrisa amable, se acercó a Jeong In y le preguntó qué cambio deseaba para su cabello. Jeong In, decidido, expresó su deseo de teñirse el pelo de un blanco puro, como la nieve o las nubes. La peluquera, experimentada, le advirtió sobre los posibles daños que este proceso podría causar a su cabello, pero Jeong In no se dejó disuadir. Firmando un consentimiento, se sentó en la silla dispuesta para él.
La peluquera aplicó meticulosamente varios productos químicos en el cabello de Jeong In, envolviendo su cabeza en papel de aluminio. El temporizador comenzó su cuenta regresiva, y Jeong In esperó con paciencia, imaginando cómo se vería con su nuevo look. Finalmente, el sonido del temporizador marcó el fin del proceso.
El papel de aluminio fue retirado, y la peluquera lavó el cabello de Jeong In. Aunque su cabello se sentía seco y áspero, él no mostró preocupación. La peluquera utilizó un secador y una plancha para dar los toques finales. Al mirarse en el espejo, Jeong In quedó sin palabras. Su cabello era blanco, pero no como la nieve o las nubes; más bien, recordaba al hielo o al humo. Su rostro, pálido y enfermizo, reflejaba una tristeza profunda en sus ojos. En ese momento, Jeong In no se reconoció a sí mismo; se sintió como un extraño en su propia piel.
La peluquera, con una sonrisa sincera, elogió a Jeong In por su elección audaz y original. Le aseguró que el blanco le sentaba de maravilla y que su cabello ahora era una verdadera obra de arte. Al cobrarle solo la mitad del precio habitual, le entregó una bolsa con productos para el cuidado capilar, recomendándole su uso para mantener el color y la salud de su cabello. Jeong In agradeció con gratitud y salió de la peluquería, sintiendo la brisa fresca en su rostro.
Caminando por las calles, Jeong In notó las miradas curiosas y los murmullos a su alrededor. La gente lo juzgaba, algunos con admiración y otros con desaprobación. Se sintió más solo y aislado que nunca. El cambio en su apariencia había atraído atención no deseada, y se arrepintió de haberse alejado de su verdadero yo. Reflexionó sobre la superficialidad de su elección y se dio cuenta de que el cambio que necesitaba no era solo externo, sino interno.
Al llegar a casa, Jeong In esperaba encontrarla vacía. Sin embargo, su madre había regresado temprano del trabajo y lo esperaba en el sofá. Su mirada de horror y furia lo paralizó. Ella estalló:
- ¿Qué te has hecho en el pelo? ¿Estás loco?
Jeong In intentó explicarse, pero su madre no lo escuchó. La acusó de egoísmo y rebeldía, lamentando lo que pensarían los vecinos, familiares y amigos. Jeong In, con lágrimas en los ojos, defendió su elección:
- Mamá, solo quería ser yo mismo, expresarme.
- Eres una vergüenza...
Jeong In, herido, respondió:
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Pastelito Travieso || HyunIn
FanficJeong In siempre odió a su madre por olvidarse tan pronto de su padre y casarse con un extraño. Un extraño que resultó ser Hwang Hyun Jin, el arrogante y poderoso magnate del petróleo. Hyun Jin no tenía escrúpulos en aprovecharse de Jeong In, besánd...