Familia feliz

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Tenía sólo cuatro años, cuando me despertaba constantemente al oír gritos. Siempre me asomaba por la puerta, para presenciar escenas horribles.

Mi papá le gritaba a mi mamá mientras ella lloraba. Estaban tan absortos en su pelea que nunca se daban cuenta de que yo estaba allí. Yo, sólo dos pequeños ojos grises perplejos, que miraban desde la penumbra intentando descifrar los códigos secretos de la vida mientras hacían lo posible por mimetizarse con el turbio paisaje.

Me preguntaba constantemente qué le pasaba a mi papá, y si realmente quería a mi mamá. Llegué a pensar que un demonio lo poseía todas las noches. Más adelante me di cuenta de que tenía razón, el demonio que poseía a mi papá tenía un nombre: alcohol.

No recuerdo haber visto a mis padres felices. Sólo quedan fotos de una relación que tuvo una muerte lenta y dolorosa. El día que terminó, coincidió con el nacimiento de mi papá. El demonio ese día tardó mucho tiempo en irse. Mi mamá quería que mi papá se levantara de la cama para ir a almorzar, pero la noche anterior había agotado toda su energía. Luego de una batalla campal iniciada por mi mamá,  él se levantó. Estaba molesto, el demonio seguía en su interior. Mi mamá le pidió que tomara una decisión, le dijo que no podía vivir una vida de soltero estando casado. Empezó a recoger sus cosas y se fue.

Yo sólo quería quedarme con él, en casa de mis abuelos. Por lo que mi mamá me dijo que èl sólo había ido para pensar, y se devolvería en dos semanas. La verdad, no sé qué fue peor, si la cura o la enfermedad, porque sus líos estaban a penas comenzando.

Siempre tenía envidia de mis amigas, con sus padres casados y felices, que iban los fines de semana a comer en restaurantes, que viajaban en las vacaciones... tardé mucho en comprender que los padres no siempre están juntos y que las cosas a veces simplemente no funcionan y hay que dejarlas ir.

Cada día, al entrar al preescolar, contaba los días. Había una escalera para entrar y cada vez que pisaba el primer escalón en la mañana, contaba un día menos para ver a mi papá. Pero el plazo de "pensar" se alargó y mi papá nunca volvió. Nunca llegó a la casa de nuevo. Todas (o casi todas) las noches mi papá llamaba a mi casa borracho para insultar a mi mamá. Podían estar horas gritándose por teléfono, y si ella colgaba él volvía a llamar. Esta retahíla duró muchísimo, pero muchísimo tiempo.

Mi mamá estaba estudiando en la universidad y de vez en cuando me llevaba, cuando no tenía clases o no me podía llevar. Y ese día, ahí estaba yo, con el uniforme del preescolar en la universidad. Mi mamá me había dejado a cargo de mi padrino, que era -y es todavía- profesor de la universidad.

Considero que mi mamá eligió al mejor hombre del mundo para que fuera mi padrino. Por esos días, salíamos juntos muchas veces a comer. Recuerdo que una vez estábamos en Mcdonald's y una dependienta se refirió a él como "mi papá". En el momento nos reímos, pero la verdad es que yo creo que así como yo lo considero un padre, para él yo soy su hija (o por lo menos eso espero).

Estaba yo sentada con mi padrino en el cafetín de la universidad, cuando llegó uno de sus alumnos, se sentó frente a mi y me saludó.

—Ya yo sé leer—dije, en un intento por llamar su atención

No sé en qué estaba pensando mi cabecita de seis años, pero esta fue la manera en la que uní a dos personas.

—Yo no—respondió el muchacho seriamente.

Entonces me ofrecí a enseñarle y la conversación siguió por un tiempo. Casualmente, este muchacho estaba en la coral de la universidad, igual que mi mamá. A mi me gustaba mucho ir a los ensayos, las pocas veces que mi mamá me llevaba. Días después de conversar con el muchacho, hubo un ensayo al que fui y ahí estaba él. Creo que hablamos un rato y más tarde, le preguntó a mi mamá si yo era su hija.

Tiempo después, se vino a vivir con nosotras. Yo nunca lo sentí como un padre, pero sí como un gran amigo. En ese momento, todavía no terminaba de entender qué había sido de mi papá y tenía miedo de que él lo reemplazara. Entre mi confusión y la manipulación de mi papá (a quien por ese entonces había vuelto a ver de vez en cuando) empecé a rechazar a la nueva pareja de mi mamá.

Ella volvió a quedar embarazada cuando yo tenía ocho años, y por ese entonces también llegó a la casa una demanda de mi papá alegando que... no sé, creó que fue que mi mamá no dejaba que él me viera. Luego hubo otra, de mi mamá hacia mi papá alegando que él no pagaba la mensualidad. Falté varias veces al colegio porque me entrevistaban los jueces, los psicólogos y toda persona para buscar pruebas de que lo que cualquiera de los dos decía era cierto.

No sé exactamente cómo terminó todo, pero recuerdo que hablaba con mi papá cada cierto tiempo, y a veces quedábamos para salir y nunca me buscaba. Si me decía que me iba a buscar a las 9, yo me preparaba desde las 7. Y casi siempre me quedaba en la casa, vestida con mi mejor ropa y llorando desconsoladamente porque sentía que no le importaba a mi papá.

Mis sueños se rompían y mis ilusiones se esfumaban cada vez que no llegaba. Me convertí en una niña ilusionada, soñando despierta con mi papá, porque nunca dejé de quererlo. Decepcionada, confundida, sintiéndome irrelevante para él, pero amándolo de todas maneras. La viva imagen del masoquismo. No aprendía nunca.

Mientras tanto, mi hermano nacía. Yo dejé de ser la única prioridad de mi mamá, lo quería mucho, pero no a su papá. También lo envidié a él, por que su papá siempre estaban ahí para él, sus padres estaban en la misma casa y se querían.

Cuando nació mi segundo hermano, la calma empezó a llegar poco a poco, veía a mi papá más seguido, no hubo más peleas y tuve más confianza con él. Dejé de odiar a la pareja de mi mamá y todos nos quedamos tranquilos.

Todavía hoy en día mi papá tiene problemas con el alcohol, y sigue siendo un tema que me preocupa mucho. Cada día lo veo más flaco y demacrado, y siento que en cualquier momento voy a recibir malas noticias con respecto a él. Pero mientras tanto, simplemente intento pasar el mayor tiempo con él y demostrarle que me importa. Hace poco me enteré de que en todo el tiempo que no nos vimos, él tuvo una depresión fuerte.

Esta experiencia ha sido la más horrible de mi vida, y me enseñó muchas cosas. De hecho creo que formó mi personalidad. Al sol de hoy, mi mamá está felizmente comprometida y mi papá también está viviendo con otra persona. Últimamente, he estado pensando mucho en esto y necesitaba compartirlo con alguien. Todavía no siento que haya una persona que pueda ayudarme con respecto a mi papá. Nadie que pueda aconsejarme qué hacer en esa situación. Pero creo que hasta ahora he hecho bien.

Siempre pienso cómo puedo ayudarlo, siento que es mi labor como hija. Pero al mismo tiempo no sé que hacer. Y el tiempo corre, cada vez más rápido. Y se vuelve más difícil ayudarlo. Pero mientras no tenga la solución, nada puedo hacer mas que quererlo.

Pd: lloré escribiéndolo así que espero que les haya sacado una lagrimita.

Mi mente, mi desordenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora