El día de su último cumpleaños, yo estaba con mi papá. En la tarde, cuando iba a volver a mi casa llamé a Daniel (mi padrastro) y me dijo que fuera al lugar donde estaban ensayando. Pues bien, mi papá me llevó hasta allá y luego fuimos Daniel y dos alumnos más del profesor (Eduardo) a comer a su restaurante favorito.
El Fogón del Pollo, un lugar donde la comida era buena pero el servicio horriblemente malo. Por esta razón, ninguno de nosotros quería ir para allá, pero ante su insistencia tuvimos que ceder. Yo pedí sopa y chocolate caliente (sí, es una combinación rara pero estaba bueno) y me senté al lado de Eduardo.
Parecía un niño de 5 años. Me tocaba el hombro y se tomaba mi chocolate poniendo cara de loquito. Y como de costumbre, le lanzaba taquitos de papel a los mesoneros o les preguntaba cuándo iba a estar lista su comida. Le pregunté muchas veces cuantos años cumplía y me respondió finalmente luego de bastante insistencia por mi parte. Me dijo que cumplía 75, pero no estoy segura de que fuera cierto, porque ya lo he dicho, era muy bromista.
Mi mamá le había regalado una torta, para que le cantáramos cumpleaños en el ensayo, pero en ese momento no dio tiempo. Así que fuimos a sacar la torta del carro, pero... Eduardo no quiso que picáramos su torta, nos dijo que se la iba a comer solito en su casa. Le insistimos para que nos dejara comer torta y le preguntamos por qué no quería compartir, y a pesar de todo eso nos dijo que se la iba a quedar completa.
En fin, no comimos torta, lo dejamos en su casa y le deseamos en broma una diarrea crónica.
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Mi mente, mi desorden
De TodoReflexiones, cuentos cortos, intentos de poesía, anécdotas y cosas que se me van ocurriendo. Un adefesio de una persona con un humor muy imbécil. Si abres este libro encontrarás a un político que no es corrupto, la inteligencia de Maduro, el himen d...