Capítulo 10

0 0 0
                                    

La noche había llegado más rápido de lo que los piratas invitados habían esperado. Los cinco chicos estaban reunidos en la habitación de Ariel, terminando de arreglarse y dejando pasar el tiempo hasta que fuera el momento adecuado para hacer su entrada.

Eran conscientes de que lo más probable era que no le agradarían a muchos de los invitados, otros no iban a estar ni lo más remotamente interesados en su presencia, y otros estarían intrigados de saber por qué, el príncipe heredero de Inglaterra, habría traído a semejantes criaturas a un fiesta de máscaras.

Aunque el sentimiento era mutuo, los chicos no estaban interesados en los invitados, solo buscaban divertirse. Por supuesto, tenían claro que las fiestas en palacio eran totalmente diferentes a las estruendosas fiestas de Tortuga; sin embargo, el simple hecho de intentar descubrir quién era la persona detrás de la máscara, los emocionaba.

Un sutil golpeteo en la puerta llamó la atención de los chicos, era nada más y nada menos que Felicity, lo que Ariel agradecía. Le caía bastante bien la chica y, siendo sincero, no quería tener que interactuar con nadie más que no fuera alguien conocido.

Sebastián se acercó al espejo una última vez para acomodarse la máscara antes de salir, el músico había elegido algo que se asemejara a su estilo y gustos. La máscara tenía tonos burdeos en el centro y orillas, y crema alrededor de los ojos. El chico asintió complacido a la vez que sus ojos se posaban en las partituras y las notas musicales de alrededor del ojo izquierdo. Deslizó sus delgados dedos por la chaqueta del mismo tono que su máscara y se arregló los vuelos de la camisa negra antes de girarse y toparse con el alto peliblanco.

— ¿Pero qué...? —comenzó a hablar Sebastián—. ¿Por qué siempre es lo mismo contigo?

Felicity veía con gracia como Sebastián le arreglaba el ancho cinturón negro al peliblanco frente a él, a la vez que le regañaba por siempre desordenar sus ropas. Pero Scuttle hacía cada uno de sus movimientos a propósito, y Ariel lo sabía.

Sebastián estiró la chaqueta morada de terciopelo que Scuttle traía puesta sobre sus hombros y le enderezó la máscara de pavo real. El peliblanco había seleccionado algo un poco más delicado, le había solicitado a una de las modistas que la máscara llevara pequeñas plumas con los colores del pavo real en toda su superficie.

Cuando el peliblanco se cercioró que el chico frente a él hubiera terminado, se acomodó los guantes de cuero negros y tomó el bastón que estaba afirmado en una de las sillas para entregárselo a Sebastián.

Una vez listos, ambos chicos se dirigieron a la puerta seguidos por el tonelero de El Trevil. Flounder había preferido un celeste claro para su traje combinado con detalles dorados y una camisa blanca con vuelos en el centro. El menor no había estado muy seguro de qué tipo de máscara quería usar en la fiesta, por lo que una de las modistas, que Ariel notó que se llevó bastante bien con su amigo, lo ayudó a elegir.

Flounder ocultaba parte de su rostro con una máscara recubierta con encaje del mismo tono celeste que su traje y decorada con aquamarinas.

El capitán veía con gracia a los tres chicos, Sebastián y Scuttle combinaban a la perfección, con tonos oscuros de morado y burdeo; mientras que Flounder destacaba por los colores claros y finos.

El pelirrojo llevó su mano al corsé negro y recordó el rostro de Eric al verlo, con un leve rubor en las mejillas y la mirada fija en su cintura. Odiaba admitirlo pero, una de las principales razones por las que eligió utilizar el corsé, era porque quería ver la reacción del príncipe.

Mientras Alana seguía preparándose tras el gran biombo blanco, Ariel se acercó a la gran mesa redonda que se encontraba en el centro de la habitación. Tomó con cuidado una de las cinco cajas que se encontraban sobre ella y la abrió. De inmediato, la luz se reflejó en las piedras preciosas de la máscara, dándole un efecto tornasol.

𝙻𝚊 𝙵𝚞𝚎𝚗𝚝𝚎 𝙳𝚘𝚛𝚊𝚍𝚊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora