Capítulo 17

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Los piratas comenzaron a avanzar utilizando las rocas a su favor. Como Alana tenía la mejor vista de los cinco, iba a la cabeza y procuraba que no hubiera nadie a la vista antes de indicarles a los demás que podían avanzar.

Sebastián le seguía de cerca y, puesto que la misión de los cuatro era mantener a Ariel a salvo y asegurarse que llegara a palacio, decidieron que lo mejor era dejar al pelirrojo en el medio. Flounder, quien iba en cuarto lugar, llevaba un bolso con más explosivos de colores para utilizarlos de señuelo si alguien lograba divisarlos.

Y, al final de la fila, se encontraba Scuttle. De los cinco chicos, el peliblanco era el más fuerte y su habilidad con las armas alcanzaba otro nivel, pues era el mejor de todos los piratas. Ariel no estuvo de acuerdo con que llevara armas en la misión, pero la votación de los cuatro chicos ganó por sobre la solitaria opinión de su capitán. Solo por si acaso.

¾ No sabes lo que pueda pasar ni tampoco cómo nos vayan a recibir. Es solo por precaución, así podremos defendernos si algo pasa.

Le había dicho Alana, en un último intento de convencer a su capitán. Por más que temiera lastimar a alguien, Ariel sabía que era lo adecuado. La misión en sí era suicida, no pensaba arriesgar más a sus hombres. Si ellos se sentían más seguro cargando sus armas, entonces eso sería.

Continuaron avanzando mientras se escabullían entre las casas, se ocultaban en los callejones y se camuflaban con el tumulto de personas asustadas por todos los ruidos provenientes del puerto. Ariel podía divisar las altas torres de palacio, estaba seguro que todos los soldados debían estar más atentos que nunca, pero nadie jamás ha vencido sus habilidades de sigilo.

El pelirrojo seguía repasando sus próximos pasos, cada uno de sus movimientos, cada uno de los salones, cada una de las habitaciones, cada uno de los pasillos. Ariel tenía todo en su cabeza y estaba más que seguro de que su buena memoria lo ayudó a retener hasta el último de los detalles.

Los cinco piratas avanzaron en la misma posición hasta llegar a una de las grandes murallas del costado izquierdo de palacio. Alana observó hacia arriba y tragó pesado, podía ser hábil con la espada y tener aquel sexto sentido que tanto lo había ayudado, pero era pésimo en cualquier actividad que requiriera esfuerzo físico.

Sebastián se paró a su lado, siguió la mirada del rubio y quedó igual de impactado que él. No tenía idea de cómo harían para que Ariel pasara al otro lado. Flounder disimuló una sonrisa al ver el rostro de sus mayores y prefirió subir a uno de los árboles que rodeaban el castillo y así poder vigilar el perímetro.

— Esto... va a ser más difícil de lo que pensamos —habló Sebastián.

— Mhm... —le confirmó Alana.

Ariel frunció el ceño ante la imagen, estaba tan inmerso en sus propios pensamientos que no se había dado cuenta lo que estaba ocurriendo a su alrededor. Contó a tres de los chicos, pero no estaba el menor.

Por un momento se aterró, rápidamente se giró y comenzó a buscar a Flounder con la mirada hasta que una cálida mano se posó en su hombro.

— Está ahí arriba, Ariel. —le dijo Scuttle con una sonrisa—. ¡Hey, chico! Te necesitamos presente, ¿todo bien ahí dentro?

Le preguntó el peliblanco sin despegar la mirada de sus ojos, Ariel se obligó a asentir aunque no estuviera tan seguro. Siguió con la mirada a Scuttle cuando fue a conversar con los otros dos chicos, por lo que alcanzaba a escuchar, Flounder ya le había informado los detalles de su plan al peliblanco y, entre ellos, le había dicho la manera más práctica y segura de cruzar al otro lado.

— ¡Muy bien! —dijo Scuttle a la vez que frotaba sus manos—. Eso haremos, Ariel y Alana entrarán.

El pelirrojo frunció el ceño ante aquellas, tomó el brazo del peliblanco y lo quedó observando en espera de respuestas. Tal vez no podía hablar, pero seguía siendo el capitán y esperaba que, por lo menos, le informaran de los cambios de planes.

𝙻𝚊 𝙵𝚞𝚎𝚗𝚝𝚎 𝙳𝚘𝚛𝚊𝚍𝚊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora