Capítulo XIII

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La ambición te destruirá, pero el amor te hará sacrificarlo todo

 0000 m. A.L.

El amanecer durante la primavera era una de las cosas cotidianas más hermosas que podía presenciar Namjoon. Lastima que verlo significaba una noche de insomnio en vez de un maravilloso despertar. 

Sus preocupaciones no dejaban de atacarlo en la oscuridad. Había perdido el empleo por el que había luchado toda su juventud, años de esfuerzo que se echaron a la basura por un error estúpido e insignificante. 

Así de frágil era su sueño. 

Ahora se encontraba en la ciudad más moderna y espectacular en la que alguna vez había estado, sin dinero, sin algún plan o rumbo fijo.

En las noches se motivaba y creaba miles de planes que lo salvarían de terminar en la calle; pero una vez que amanecía, las luces se apagaban junto a sus ilusiones, el sol le recordaba que su realidad distaba de ser lo que esperaba. 

Con las ojeras volviéndose cada día más oscuras, se vistió con su viejo y desgastado traje, un café y un pedazo de pan duro era lo único en su estómago, y así salió del pequeño departamento. 

Las calles de Seúl eran desoladas a esa hora de la mañana, o quizás así era como lo percibía él. Su mundo estaba tan vacío que sin importar al lugar que fuera, siempre sentiría que es la unica alma miserable vagando por ahí. 

Dejo su currículo en cada lugar abierto que conseguía. Sus estudios profesionales lo posicionaban para un puesto en una prometedora empresa de tecnología, o para ser investigador en una prestigiosa universidad. Pero al parecer ya no valía nada, no contaba con la nacionalidad coreana y a pesar de contar con un dominio medio del habla y la escritura de la lengua.

Seguía siendo visto como un extranjero. 

Por lo que dadas sus condiciones si conseguía empleo en una cafetería seria un sueño hecho realidad. 

Seguía caminando hasta que en un lugar de Kimchi callejero, cerca del centro, le ofrecieron trabajo por ese día. Eran alrededor de las diez de la mañana, el momento para cortar las verduras, sazonar la carne  y todo lo que fuera necesario para que estuviera listo para el mediodía. 

Cuando el sol estaba en la mitad del cielo en su mayor esplendor, la pequeña carpa en la que se podían sentar los clientes a almorzar se lleno de trabajadores estresados y estudiantes aún más estresados. 

Sirvió y lavo platos por el resto de la tarde, para las siete de la noche se sentía acabado pero por primera vez en semanas sentía que estaba saliendo del hueco en el que se había hundido.

Las luces a su alrededor brillaban y su esperanza junto a ellas, hasta que se apagaron en un segundo.

—Sr. Han, ¿a qué hora desea que llegue mañana? 

—A ninguna, mañana no te necesitaré. 

—Pero... Usted dijo que iba a necesitar ayuda. 

—Hoy solo por hoy, ya puedes irte. 

—¿Y mi pago? 

—¿Crees que lo hiciste hoy vale si quiera un centavo? 

—Llevo 10 horas ayudándolo. 

Singularity | kookvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora