Jughead y Betty se encontraban jugando el jardín de su gran casa junto a sus dos niños.
Emily y Timothy Jones, de tan solo 2 y 5 años.
- Papi, atrapame!- chilló el mayor de los niños.
Jughead río, y rápidamente corrió tras el, y finalmente lo tomó en brazos.
Betty río al ver a su esposo jugar junto a su niño, ya que cuando esto pasaba, él parecía un niño más, y no había cosa más tierna para ella que eso. La imagen de su esposo jugando con su hijo.
El resto de la tarde concurrió con normalidad, hasta que algo pasó.
Cuando la noche cayó, luego de cenar, y de limpiar, ambos adultos llevaron a sus hijos a dormir.
Los arroparon, y cuando estos se durmieron salieron de la habitación de ambos pequeños, para así luego irse a su cuarto.
Pero tan solo unos minutos después, oyeron el llanto de su pequeña Emily.
Jughead suspiró y rápidamente corrió hacia su habitación.
La tomó en sus brazos y la acurrucó en estos, intentando calmar su llanto.
- Pequeña, ¿Qué tienes?
- Soñé feo, papi.- murmuró.
- Todo estará bien bebé.- afirmó el mayor dejando un beso en su frente.
- Jug! Ven rápido!- gritó su esposa.
Jughead sin más corrió hacia donde provenia la voz de Betty, pero al verla, notó que algo no estaba bien.
- ¿Nena? ¿Qué pasó?
- Timothy no está Jug.- susurró soltando lagrimas.
- ¿Cómo que no está?
- No esta Jug, no esta, no esta en su cuarto, ni en la sala, ni en ningún lado.- dijo algo alterada.
- Tranquilízate mi vida, vamos a buscarlo, si?
Betty asintió y él besó su frente.
Ambos adultos suspiraron, y aún con su pequeña niña en sus brazos, Jughead comenzó a rebuscar por toda la casa.
Busco a su hijo por todas la habitaciones, pero al no encontrarlo, un mal presentimiento comenzó a invadirlo a él, y a sobre todo a su esposa.
Al no entrarlo, decidieron irse a la comisaría más cercana para realizar la denuncia de que su hijo Timothy Jones estaba desaparecido.
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Las autoridades comenzaron la búsqueda del pequeño Jones.
Lo buscaron por todos lados, pero aún no había rastro del paradero del niño.
Cosa que preocupaba mucho a sus padres, quienes jamás dejaron de buscarlo.
Ellos confiaban plenamente en que su hijo estaba vivo en algún lugar, y no perderían la esperanza en que eso ocurriría.
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2 años habían pasado desde aquel día, y varias cosas habían cambiado en la familia Jones.
Por su lado, ambos padres aún continuaban buscando a su niño, quien ya tendría 7 años...
La pequeña pelinegra por su lado había comenzado a desarrollar una especie de depresión infantil.
Ya no reía, se irritaba muy fácil, y temía mucho estar lejos de sus padres.
