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Jughead y Betty se conocieron en su juventud, cuando estos tenían 14 años. Inseparables desde el día uno, compartieron muchas aventuras y risas.
Su relación floreció a lo largo de los años, y a los 25 años, decidieron comenzar una familia juntos. La llegada de su hija, Vicky, los llenó de felicidad y amor.
Ambos estaban más que felices con su pequeña princesa, o abrojito como le decía Jughead, dado a que esta era muy apegada a él.
El tiempo pasaba y pasaba rápidamente, pero a medida que Vicky crecía, y se iba relacionando con el mundo, las diferencias entre Jughead y Betty se volvian más evidentes.
La presión de criar a su hija en un entorno feliz y saludable comenzó a desgastar su relación.
Las discusiones sobre educación, finanzas y estilos de vida se convirtieron en algo constante en su matrimonio.
Un dia, la pequeña pelinegra, jugaba tranquila con sus muñecas, en su cuarto, hasta que los gritos de sus padres comenzaron a aturdirla.
- ¡Betty! te dije que aún no podíamos comparar esas cosas! Aún debemos pagar las cuentas!
- Tu no puedes decirme que gastar y que no con mi dinero!
- Te recuerdo que mi dinero también esta en juego! Aun no hemos terminado de pagar las cuentas del mes y tu estas comprando cosas para skinker!
- No puedes reclarmarme nada, Jones! Tu has gastado los ahorros en comics cuando aún no hemos terminado de comprar la lista completa de materiales para Victoria!
La niña suspiró, cubriendo sus oídos con sus pequeños deditos, intentando no escuchar la discusión de sus padres, pero parecía inútil, ellos jamás pararon.
Sus pequeños ojitos se llenaron de lágrimas, y entre sollozos camino hasta ellos.
- ¡Ya basta!- pidió entre sollozos- paren por favor!- suplicó la pequeña ojiverde, quedando frente a ellos.
Ambos padres se miraron, y en silencio se acercaron a ella.
Jughead la miró triste, y la cargó en sus brazos.
- Lo siento mi vida, no sabíamos que estabas escuchandonos...trataremos de no pelear mi chiquita.- susurró besando su mejilla.
- Te amamos, princesa.- susurró Betty, dejando un beso en su mejilla.
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Los días pasaban, y las cosas no parecían mejorar entre la pareja, logrando así, seguir exponiendo más a su niña, quien tristemente estaba quedando en el medio de sus discusiones.
Era un Sábado por la tarde, la pequeña niña jugaba entre risas junto a su madrina y tía, Cherryl Blossom, quien había ido de visita ese día a la casa de los Jones.
La niña reía en brazos de la pelirroja, hasta que los gritos de sus padres se hicieron presentes.
- Eres un idiota Jughead!
- Yo?! Yo un idiota! ¿No ves que me mato trabajando para mantenernos?!
- Te recuerdo que también trabajo para mantenerte a ti, y a nuestra hija!- gritó.
La pelinegra sollozó, abrazándose a sus pequeñas piernas.- Es mi culpa, ¿cierto tía?- murmuró
- Claro que no mi cielo.- negó abrazándola, mientras dejaba besos en su cabecita.
