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Pequeña, despierta, llegarás tarde a la escuela.- murmuró el ojiazul, intentando despertar a su hija.
Ella despertó, y luego abrazó a su padre.
- No quiero ir papi...- murmuró, y él pelinegro frunció el ceño ante su declaración, ya que ella amaba ir a clases.
- ¿Qué sucede bebé? ¿Estas bien?
- Nada papi.- murmuró y sus ojos se cristalizaron.
- Mi amor... Ven aquí.- murmuró abriendo sus brazos.
La pequeña pelinegra suspiró y rápidamente se abalanzó a los brazos de su padre, rompiendo en llanto en estos.
- Chiquita, ¿Qué pasa?
- Sácame de la escuela, papá.- murmuró entre sollozos.
- Claro que lo haré bebé, pero que pasa?
La pelinegra suspiró entre lágrimas. Y luego levantó las mangas de su buzo, revelando varios golpes en sus brazos.
- ¿Quién te hizo esto mi amor?- preguntó el ojiazul con los ojitos levemente cristalizados.
- Una compañera...- murmuró.
- ¿Hace cuanto está pasando esto?
- Varios meses...- susurró.
- Pequeña, ¿Por qué nunca me dijiste nada de esto?
- Tenía miedo, papá
- ¿De qué, linda?
- De que pienses que soy una cobarde... o una idiota.- murmuró, y Jughead negó.
La tomó en sus brazos, y la sentó en su regazo, escondiendola en su pecho.
- Jamás pensaría así de ti, pequeña.
- Papi, ya no quiero ir más.
- ¿Quieres que te cambie de escuela?
- No... no quiero ir más a la escuela, todos los niños son malos papá...
- Amor, no puedes dejar de estudiar... lo que te propongo es que busquemos otras escuelas.- explicó.
- Está bien papi.- murmuró entre lágrimas.
El pelinegro suspiró, y luego abrazó con más fuerza a su niña, quien poco a poco fue relajándose y calmandose en brazos de su padre.
Este la acomodó en sus brazos, y dejó un protector beso en la cabeza de su hija.
- Papi... ¿Tú me amas?.- preguntó.
- Más de lo que te imaginas, pequeña.- afirmó acariciando su cabello.- Hoy no iré a trabajar, me dedicaré todo el día a mimar a mi princesa.- aseguró y la pequeña pelinegra sonrió.
- Te amo papito.
- Y yo a ti mi bebé.
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El pelinegro entró en la habitación de su hija horas más tarde, y sonrió al verla profundamente dormida en su cama, abrazada a un osito de peluche que el le había regalado cuando ella cumplió 2 añitos.