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¡Clonk! El pico golpeó en la pared de tierra, echó chispas al pegar contra unescondido canto de sílex, atravesó la capa de arcilla y se detuvo en seco

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¡Clonk! El pico golpeó en la pared de tierra, echó chispas al pegar contra unescondido canto de sílex, atravesó la capa de arcilla y se detuvo en seco.—¡Puede que lo hayamos encontrado, Will!


El doctor Burrows avanzó a gatas por la pendiente del túnel. Sudoroso y jadeandoen aquel reducido espacio, empezó a excavar la tierra febrilmente, empañando el aireestancado con su aliento. A la luz de las lámparas de sus cascos con cada paletada detierra conseguía ver un poco más del viejo encofrado de madera que había detrás,dejar al descubierto la astillada superficie y el veteado bajo la capa de pez.—Pásame la palanca.


Will hurgó en la cartera, encontró la pequeña y gruesa herramienta de color azul, yse la entregó a su padre, que no apartaba la vista del revestimiento de madera quetenía ante él. El doctor Burrows introdujo con fuerza el extremo plano de la barra porentre dos tablas y soltó un gruñido cuando volcó sobre ella todo su peso para hundirlay conseguir punto de apoyo. Después empezó a mover la palanca hacia uno y otrolado. Las tablas crujieron contra sus engarces y se combaron hasta saltar con unchasquido que resonó en todo el túnel. Will retrocedió un poco cuando llegó hasta éluna bocanada de aire cálido y húmedo del inquietante agujero que había abierto supadre.Sin pérdida de tiempo, arrancaron otras dos tablas y dejaron a la vista una aberturapor la que cabía un hombro. Guardaron silencio. Se miraron e intercambiaron unabreve sonrisa de complicidad. Sus caras, iluminadas por las luces de sus respectivoscascos, se veían manchadas como si se hubieran puesto pinturas de guerra.Volvieron a prestar atención al agujero, y se quedaron mirando con sorpresa lasmotas de polvo que parecían minúsculos diamantes que flotaban en el aire, formandoen la negra abertura desconocidas constelaciones.

Túneles - roderick gordonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora