El pasado viene de muchas maneras, se transforma en lo que le conviene y se aprecia por lo que vale.
Tanto es su peso, que se adhiere a la piel y llega hasta lo profundo de nuestro todo para quedarse ahí por siempre.
Un JiMin que tenía apenas siete años, se hallaba en la feria de la ciudad de Daegu. Acababa de llegar con sus padres, ellos pensaron que un buen regalo de cumpleaños sería un viaje familiar y que el infante pudiera disfrutar de su día en los juegos.
Las luces de colores, el aroma de las palomitas de maíz y el azúcar de los algodones eran tan marcados para que el recuerdo de ese día fuera uno muy especial.
Ahí se encontraba JiMin, paseando con sus padres mientras lo tomaban de las manos, uno en cada lado, para que el niño pudiera permanecer junto a ellos, y cuando su vista cayó en el puesto de globos que era atendido por un señor de mayor edad, de inmediato guió feliz a sus padres.
-¡Miren! ¡Globos!- exclamó con entusiasmo.
Llegaron hasta ahí y el señor les sonrió con amabilidad.
-Buenas noches, linda familia.- les dijo. Luego ellos se inclinaron un poco asintiendo a su saludo.
-Buena noche.- dijo el papá del niño.
-¿Cuál te gusta, Chim?- habló la madre, dirigiéndose a su hijo, con una sonrisa.
El pequeño recorrió visualmente los globos que muy tranquilos flotaban por el aire siendo, sujetos por un cordón amarrado al carrito para no soltarse.
Detalló cada uno, venían a ser de diferentes colores; unos blancos, otros rosas, incluso había algunos de diferentes tonos de azul, pero, entre todos esos, el que más llamó la atención fue uno de color amarillo, el cual flotaba llamativamente sobre algunos cuantos.
-¡Quiero ese!- señaló con su dedo, feliz.
Los tres adultos miraron hacia donde estaba señalando, el vendedor asintió y después de desatar el cordón del globo se lo extendió a JiMin, quien lo tomó con alegría sin dejar de ver el objeto.
Su padre pagó en efectivo y después los tres le dieron las gracias al vendedor, para seguido caminar hacia otra parte y seguir divirtiéndose.
Las horas pasaron entre risas y juegos, algunos premios ganados y alguna que otra foto, así pasó hasta que el sonido de un pequeño estómago hambriento sonó con fuerza en JiMin.
-¿Qué tal si comemos algo?- preguntó su madre, riendo un poco.
Sus dos hombres asintieron ansiosos. Ella divisó un puesto de comida cerca, entonces, tomando la mano de su hijo y cruzando un brazo con el de su esposo, los guió hasta ahí.
-Buenas noches.- saludó ella a la vendedora de comida.
La mujer también le devolvió el saludo.
-¿Qué quieres probar, Chim?- le preguntó su madre.
-¡Banderilla!- respondió JiMin.
Ella asintió. -¿Y tú, amor?- le dijo ahora a su esposo.
-Banderilla.- dijo él.
Ella rió.- Serán tres banderillas, por favor. Una sin salsa.
La mujer que cocinaba asintió gentil a su pedido y de inmediato empezó a realizar la comida.
Verla realizar las órdenes era un pequeño show ya que su manera de sujetar los cubiertos, de hacer girar las pequeñas bolitas de masa o freír en aceite la harina, eran acciones entretenidas de ver.
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En El Club De Astronomía
FanfictionJeon JungKook es un alumno de primer grado en el campus, generando una imagen de perfección ante la vista de todos. Pero una persona en especial lo saca de su cordura y buenos modales, lo que le ocasiona bastantes conflictos porque, a su desgracia...