A la mañana siguiente, Argentina bajó al comedor acompañada por Dasha. Creyó que desayunaría sola al igual que anoche pero se equivocó en cuanto vio a Urss esperándola en el comedor mientras fumaba.
Después de lo de anoche, en estos momentos se sentía muy incómoda por confrontarlo. Su vista viajó inconscientemente por el rostro del ruso hasta llegar a visualizar la pequeña herida que dejó en su mejilla. Ya se había cerrado pero la marca seguía presente como un recordatorio del forcejeo de anoche.Apartó la mirada antes de que él se diera cuenta y tomó asiento en el mismo lugar donde se sentó anoche.
-Déjenos solos -ordenó el hombre a los sirvientes.
Éstos obedecieron y se retiraron en silencio, incluso Dasha se fue. Cuando ya no había nadie más aparte de ellos dos, un silencio sepulcral se hizo presente en la sala hasta que Urss rompió ese ambiente.
-Después de lo de anoche debo informarte que nada ha cambiado, excepto mi paciencia contigo.
-¿Qué quieres decir? -preguntó Argentina con cautela.
-Uk te vendió a mí para que seas mi amante durante seis meses, así es como lo estipula el contrato que firmamos. Por lo tanto es inevitable que tarde o temprano tendrás que entregarte completamente a mí -hizo una pausa antes de darle una calada a su cigarrillo.
-Sin embargo, tendré consideración contigo teniendo en cuenta que será tu primera vez. Lo que puedo ofrecerte es tiempo, no más de un mes para que vayas afrontando la idea de acostarte conmigo.
La mujer lo pensó durante unos segundos sin poder creer que aquel hombre que estuvo por quitarle su virginidad anoche, ahora le esté dando tiempo.
-¿Porqué lo haces? -cuestionó ella -Después de la herida que te hice anoche...
-Recordé algo que me dijiste cuando estábamos en el territorio de tu esposo... dijiste que lo disfrutaría más si tú también dabas tu consentimiento. Solamente por eso estoy dispuesto a esperar.
La joven se levantó de su asiento, indignada y mostrándose reacia a estar de acuerdo con eso. Si bien el tiempo que Urss le estaba dando podría considerarse generoso, no estaba dispuesta a ceder a sus caprichos.
Tenía la pequeña esperanza de que la herida que le hizo anoche hubiese sido suficiente como para hacerlo enojar y hacer que él perdiera cualquier interés por ella pero tal parece que eso solo lo alentó aún más.-¿Porqué no simplemente me liberas? Déjame ir. Aunque me des tiempo no voy a consentir tal acto.
-Ya pagué por ti. No voy a dejar que que ese dinero sea un desperdicio solo porque tú te niegas a cumplir tu papel como mi amante.
Argentina frunció el ceño, confundida por lo que acababa de escuchar.
-¿Qué dinero?
-¿Oh, Uk no te lo dijo? -cuestionó el ruso con un ligero sarcasmo -Además de nuestra alianza, también tuve que pagar una pequeña cantidad por ti.
La mujer permaneció estática al saber que Uk no solo la ofreció a cambio de la colaboración de Urss, sino también a cambio de dinero. Un interés monetario con fines egoístas por parte del inglés.
-¿Cuánto le pagaste?
-Un millón de dólares.
Argentina volvió a sentarse en su asiento, esta vez completamente abatida por esa revelación.
-Un millón... -murmuró con la mirada perdida -¿Éso es lo que valgo para él?
Desconcertada, indignada, triste, enojada... esto era poco para describir lo que sentía en ese momento. Aunque un millón de dólares para muchos significaba mucho dinero, para ella significó muy poco después de haber amado a ese hombre con toda su alma durante los tres años de su matrimonio. Aquello fue la prueba irrefutable de lo poco que significaba ella para él.
Su estado abatido le impidió darse cuenta de que Urss ahora se encontraba detrás suyo y no lo supo hasta que sintió una de sus grandes manos tocar su hombro. Aquel toque en vez de consolarla, más bien la sobresaltó un poco y le generó una sensación de incomodidad.
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El Dolor de tu Ausencia
RomanceLa Segunda Guerra Mundial nunca terminó, sino que empeoró. El régimen nazi y la Urss conquistaron más territorios mientras que Usa, Uk y otros países aliados decidieron dejar de enviar más hombres a la guerra, excepto para defender los límites de su...