Angeline se llevó a Argentina a su habitación para que nadie escuchara su conversación. La latina había dejado de llorar pero su estado lamentable seguía presente.
-¿Y ahora que voy a hacer, Angeline? Cuando Uk me entregue a Urss no tendré a nadie para que me ayude, estaré en un lugar desconocido, rodeada de gente que no conozco y tendré que hacer todo lo que Urss me diga.
-Señorita...
-No quiero eso. Quiero volver a mi país con mis provincias.
La más joven frunció el ceño con molestia por las acciones del esposo de su amiga al mismo tiempo que pensaba en una forma de sacarla de esa casa.
-Tengo que llamar a FBI -murmuró Argentina -No confío en la investigación que realizó el señor Lemaire, menos si trabaja para Francia.
-¿Pero cómo vamos hacer eso, señorita? El único teléfono en esta casa es el que está en la oficina del señor Uk y últimamente ha estado cerrando esa habitación con una llave que siempre trae consigo -explicó la sirvienta.
-Conseguir esa llave es demasiado riesgoso... mi segunda opción sería escribirle una carta explicándole lo sucedido y pedirle que venga hasta aquí para que haga otra investigación.
Argentina se acercó a su escritorio y procedió a escribir la carta. Era consciente de que ésta tardaría en llegar a las manos de FBI, tal vez para entonces ya estaría en territorio ruso y sería muy tarde pero no perdía nada con intentarlo.
En cuestión de minutos, terminó de escribirla, la puso dentro de un sobre y se la dio a Angeline.-Quiero que la envíes más tarde, si lo haces ahora, Uk y los demás van a sospechar.
Angeline asintió y guardó el sobre en el bolsillo de su delantal.
-Mi señora, creo que tengo una idea para poder sacarla de aquí.
La mayor abrió los ojos sorprendida por la decisión de su amiga.
-¿Sacarme de aquí?
-Así es.
-Pero... Angeline, tú... van a castigarte cuando sepan que me ayudaste.
-Ya la traicioné una vez, es por mi culpa que su matrimonio está arruinado; si algo me pasa será mi castigo por haber traicionado su confianza.
Ambas lo debatieron hasta que al ver la actitud firme de Angeline, Argentina no tuvo de otra más que aceptar su ayuda y escuchar su plan.
-Cuando todos se duerman voy a conseguir las llaves de su habitación para sacarla, después le voy a dar uno de mis uniformes para que nadie la vea cuando salga de la casa, el único problema es que no sé como sacarla después de eso. Hay un muro que rodea todo el terreno de la mansión y siempre está custodiado por guardias.
Argentina ya había visto aquel muro, era bastante alto como para evitar la entrada y salida de cualquier persona, además era de mármol completamente liso y casi imposible de escalar. La única forma de salir de allí era a través de la entrada donde se permitía la salida y el ingreso del auto de Uk con la desventaja de que ese lugar también estaba vigilado por los guardias.
Obviamente la idea de salir por aquella entrada estaba descartada, lo único que le quedaba era el muro, debía encontrar una forma de escalarlo.-Tengo una idea -dijo Argentina -¿Puedes ir al sótano y conseguir una soga?
Angeline asintió.
-Consíguela y tráela junto con el vestido.
El sonido de unos pasos alertó la presencia de alguien más acercándose a la habitación. Ambas se quedaron calladas y dejaron de discutir su plan hasta que otra sirvienta apareció junto al marco de la puerta.
ESTÁS LEYENDO
El Dolor de tu Ausencia
RomansLa Segunda Guerra Mundial nunca terminó, sino que empeoró. El régimen nazi y la Urss conquistaron más territorios mientras que Usa, Uk y otros países aliados decidieron dejar de enviar más hombres a la guerra, excepto para defender los límites de su...