Capítulo 18

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   Un rato después de haberse ido del comedor, Argentina estuvo vagando por los corredores, angustiada por saber la condición en la que se encontraba Dasha.

   -Es mi culpa, siempre termino metiendo a gente inocente en mis problemas, lo mismo ocurrió con Angeline -pensó a la vez que recordaba a su amiga preguntándose cuál había sido su destino luego de que la ayudara a escapar de la mansión de Uk.

   -Primero Angeline, ahora Dasha... todo esto es por mi culpa, yo también conocía las reglas de Urss. Si tan solo no hubiese insistido en charlar con ella nada de ésto habría pasado.

   Se abrazó a sí misma por el frío que sentía como consecuencia haber salido usando solamente un camisón. Se apresuró a llegar a su habitación para ponerse una bata que le ayudó a calmar los escalofríos que recorrían su cuerpo.
   Observó sus manos sintiéndose asqueada por haber masturbado con ellas el miembro del ruso, arrepintiéndose de sus acciones luego de que la rabia e impotencia que tenía al enterarse de que Dasha fue castigada se esfumara. Sabía que Urss tenía demasiada ventaja a su favor como para pelear con él, así que en ese momento recurrió a lo primero que se le vino a la mente solo para disfrutar, aunque sea solo por un instante el ponerlo contra las cuerdas así como él lo hizo con ella en su oficina.

   Disgustada consigo misma, fue al baño de la habitación y se lavó varias veces las manos con jabón para tratar de borrar la sensación de suciedad. En cuánto salió del baño logró divisar, a través de la puerta que yacía entreabierta, a una sirvienta pasar por el pasillo.
   Se apresuró en ir tras ella y alcanzarla en el corredor. A pesar de que la chica tenía una expresión seria y vacía como los demás sirvientes que trabajaban allí, Argentina podía sentir que aquella joven estaba afligida por algo con solo mirarla.

   -Disculpa pero necesito tu ayuda...

   -Lo siento, señorita. Pero no puedo hablar con usted a no ser que necesite algo.

   -...

   Ante la falta de respuesta de Argentina, la joven le dio la espalda para irse rápidamente, temerosa de que le pueda pasar lo mismo que a sus compañeras.

   -¡Espera! ¡Necesito que me digas adónde enviaron a Dasha! ¡Tengo que encontrarla!

   La chica se detuvo y volteó a mirarla expectante ante lo que dijo.

   -¿Porqué quiere encontrarla? El amo la castigó, si la busca también la castigará a usted.

   -Y-Yo... quiero ayudarla o por lo menos saber como está... es por mi culpa que ella esté sufriendo cuando solo fue amable conmigo.

   -Por favor, le sugiero que no insista, me arriesgo mucho con el simple hecho de estar hablando con usted.

   -También le temes a Urss ¿verdad? Comprendo tu temor pero necesito saber el estado de Dasha -insistió Argentina.

   -¿Y luego qué? ¿La ayudará a escapar? Nadie puede huir de aquí y salvarse de los castigos de nuestro líder -declaró la más joven.

   -Sé que no puedo sacarla de aquí pero por lo menos quiero llevarle algo que necesite en estos momentos.

   Aunque nunca estuvo en la cámara de torturas, Argentina solo pudo imaginarse lo horrible que debe ser ese lugar como para que muchos tengan miedo de desobedecer a Urss. La joven frente a ella se dio cuenta de su determinación y supo que nada le haría cambiar de opinión.

   -Si el amo se entera de que usted fue en contra de sus reglas, no solo la castigará a usted sino también a mí por ayudarla -dijo con miedo en su voz.

El Dolor de tu Ausencia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora