Horas después de ordenar que le avisaran sobre la llegada de Uk, una sirvienta le fue a informar que Argentina se encerró en su habitación y que se negaba a salir, ni siquiera quiso bajar a cenar. Suspiró molesto al no saber como lidiar con esta situación, en su lugar cualquier persona normal iría a disculparse pero él no era una persona normal, era el líder supremo de la Unión Soviética, líder de una de las naciones más poderosas del mundo; si no se arrepintió por cosas que hizo antes, tampoco lo haría ahora y menos por una mujer.
Aunque esta forma de pensar se fue distorsionando a medida que se acercaba a la habitación de Argentina en el momento en el que recordó aquellos ojos llenos de lágrimas reflejando el dolor, el asco y la vergüenza que esa mujer sintió en aquel instante. Intentó borrar esa imagen de su cabeza, con su orgullo impidiéndole reconocer lo que había hecho mal.Cuando llegó a la habitación de la joven, entró sin tocar y sin pedir permiso, molesto y con la clara intención de ponerle fin a su rebeldía. La buscó con la mirada pero no la encontró, al menos así fue hasta que notó una sábana atada a uno de los postes del cabecero de la cama y como ésta salía por la ventana entreabierta hacia el exterior.
Sin mostrarse sorprendido y sin dejar a la vista una sola muestra de emoción alguna, se acercó hasta la ventana, la abrió por completo y desde allí observó a Argentina sujetándose de la sábana mientras trataba de bajar para poder huir de la casa a mitad de la noche. Otro intento de escape inútil desde su punto de vista.-No sabes cuándo rendirte ¿verdad? -dijo Urss echándole un vistazo desde el marco de la ventana.
Argentina alzó la vista solo para fulminarlo con la mirada y continuar con su huída tratando de bajar con la ayuda de las sábanas que había atado para usarlas como cuerda, aunque el clima no saliese a su favor debido a los fuertes vientos helados que chocaban contra su cuerpo, haciendo que su cuerda improvisada se balanceara.
-Vuelve aquí, antes de que te lastimes.
-Como si eso realmente te importara, lo único que quieres es que vuelva para que puedas aprovecharte de mi como lo hiciste en tu oficina.
Continuó descendiendo lentamente pues el frío y la fuerte ventisca que se hicieron presentes esa noche hicieron que su nuevo intento por escapar fuese mucho más complicado.
-Te quedan unos 20 metros más, una caída desde esa altura podría ser mortal, especialmente para ti.
-¡Deja de subestimarme! Prefiero arriesgarme antes de tener que volver contigo.
-Argentina, no estoy bromeando vuelve aquí -ordenó con un tono más severo.
-¡No! ¡Es mejor estar aquí afuera que tener que volver a quedarme en una habitación a solas contigo!
El sonido de algo desgarrándose llamó la atención de ambos, solo para darse cuenta de que la sábana se estaba rompiendo y no aguantaría mucho más.
-¡Regresa aquí ahora! -ordenó Urss, esta vez más molesto por la terquedad de la joven.
-¡Nunca! -respondió ella, y en vez de obedecerlo, continuó bajando aún sabiendo que ponía en riesgo su vida.
Sin embargo, antes de que la sábana se rompiera aún más, Urss tomó el extremo de la tela que yacía atado en el poste del cabecero de la cama y tiró de él con la intención de subir a la joven forzosamente.
Al sentir que la sábana estaba siendo jalada de nuevo hacia la habitación, Argentina trató de llevarle la contraria apresurándose en bajar pero Urss era más fuerte y más rápido así que no tardó en subirla hasta la ventana para luego envolverla entre sus brazos en cuanto notó sus intenciones de querer correr hacia la puerta.
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El Dolor de tu Ausencia
RomanceLa Segunda Guerra Mundial nunca terminó, sino que empeoró. El régimen nazi y la Urss conquistaron más territorios mientras que Usa, Uk y otros países aliados decidieron dejar de enviar más hombres a la guerra, excepto para defender los límites de su...