PROMESA CUMPLIDA

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Michael sintió que la sangre se le congelaba. Por muchos años deseó volver a escucharla, extrañaba su voz, su mirada...; su candor. El destino le estaba concediendo la gracia de lo primero pero, ¿a qué precio?

Nunca creyó ser merecedor del rencor de Lilly. La había amado con locura desmedida. De hecho, no existió y quizás no existiría nadie más importante para él, que la castaña de tono y semblante gélido que lo atisbaba como si se tratara de su peor enemigo; el ser más malévolo que hubiese existido jamás.

Pobre Mike.

Si mi versión de la historia se pareciera en algo a la de ella, también yo lo tendría en el peor de los conceptos, sin embargo, no está ni cerca de ser símil.

—Gracias, Señorita Buttler —le respondió, anhelando regresar el tiempo para referirse a ella como "Lilly".

"Su" Lilly.

No obstante, ya no lo era.

Su mirada azul celeste lucía distinta a la de la chica de antaño. Sonaba entendible asumir que físicamente, aunque continuaba siendo hermosa, la evolución sufrida en su paso de adolescente a mujer había hecho de las suyas. La fachada de inocencia no existía más, la había remplazado por aspereza y aborrecimiento, los mismos que emergen de la desesperación y el dolor. Un enorme dolor.

Pasó saliva con dificultad, notando cómo el sudor le recorría la piel cubriéndole la columna vertebral.

—El tiempo no ha pasado por sobre usted. Sigue igual de...

— ¿Bella? —Sí, Jackson le completó la frase qué él no fue capaz.

No logro decidir cuál de los dos destacaba más que el otro.

El contraste entre saco blanco y pantalones negros, también tiene su encanto, ¿no creen?

Los poros de Lillian se erizaron amenazando con derrumbarle la portada de civilización que le estaba costando mantener.

El ojiverde lo pasó de largo y lo primero que hizo fue plantarle un beso en los labios a su novia, marcando el territorio como un lobo alfa.

Frunció el ceño.

Estaba fría.

Sus labios, su cuello... Toda era un témpano de hielo.

Michael se mordió los carrillos, pues le era sumamente raro ser partícipe de cómo alguien que no era él, disfrutaba de los labios que lo deleitaran en antaño.

Por otro lado, Bárbara y Jules se contradecían en emociones. Mientras que una no paraba de sonreír, la otra aparentaba ahogarse en empatía.

—Yo no lo habría dicho mejor —remató el protagonista de la noche, emprendiendo una batalla visual con el recién llegado.

Lillian ya no pudo más.

Era demasiado para una sola noche, así que disculpándose, se dio la media vuelta y corrió hasta el tocador de damas, sitio en el que seguramente podría gritar improperios a la vez que los músicos interpretaban algo de su repertorio; sofocando los gritos.

Ni así se marcó el stop en aquella lucha de testosterona.

¿Quién diría que esos dos alguna vez se quisieron como hermanos?

Bueno, la vida da muchas vueltas.

— ¡Espera, Lilly! ¡Voy contigo! —Le pidió Julia, siguiéndola después.

Los ojos de la Señora Toker brillaban, entusiastas. Todo lo planeado estaba saliendo a pedir de boca.

Nunca es tarde para cobrar las deudas, o eso pensaba ella, y Lillian estaba a nada de liquidar las suyas.

SIN LÍMITES © (A La Venta En Físico Por AMAZON y Librería MOB en Línea)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora